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lunes, 20 de agosto de 2012

OTTO EL AFORTUNADO (Parte 1)

Tener un blog de historia militar, y planteártelo como un hobby, tiene en muchas ocasiones, la recompensa de poder tratar ciertos temas, con rigor histórico, pero desde una óptica a veces un poco desenfadada. Sé que es imposible competir con algunas páginas y foros de una más que demostrada calidad histórica. Pero sí que me puedo permitir aportar una visión más fresca e irónica de ciertos hechos.
Vamos de cara: me fascina la figura de Otto Skorzeny. En serio. Es de los personajes más increíbles de la segunda guerra mundial, y fuente de inspiración de todo buen aficionado a la historia militar. Si él, llegó donde llegó, y consiguió fama inmortal; yo, simple aficionado, que hasta tengo blog propio, puedo optar a dirigir el Seal Team Six o mandar la Brunete. Como poco. Se puede, él es el ejemplo.


Otto Skorzeny nace en Viena, en 1908. Al contrario que otros jerarcas nazis, ni conoce la primera guerra mundial, ni las amarguras de la derrota, la crisis y el hambre de la república de Weimar, ni el anodino servicio en un ejército desdentado y reducido. Su familia, sin ser millonarios, tiene una buena posición, y puede estudiar ingeniería en la Universidad de Viena, carrera que termina en 1931. En la facultad se había implicado con grupos de ideología nazi, y se afilia al partido al terminar la carrera. Es un hecho importante, pues se convierte así en un Alte Kameraden (vamos, un “camisa vieja” de los de aquí) de la sección austriaca. Colaborará activamente en el Anschsluss, la anexión de Austria por Alemania en 1938. Y leyendo sus memorias, parece que casi lo hizo él solito.
En 1939, se apunta al cuerpo militar de moda: la Luftwaffe. Pero para su consternación, debido a sus 31 años, no es seleccionado para ser piloto. Es entrenado como Flieger, aviador o tripulante. Y dados sus estudios, es destinado a un puesto en tierra, el regimiento de señales de reemplazo en Viena. Se aburre mortalmente allí, y cesa en su puesto el 31 de enero de 1940. Con sus contactos en el partido, logra que lo trasladen a las Waffen SS, concretamente al 2º batallón de reserva en Berlin – Lichterfelde, donde sirve 3 meses como fusilero. Gracias a sus contactos, es ascendido a Unterscharsführer (una especie de cabo 1º), y trasladado al regimiento de artillería de la Totenkopf, donde sirve como mecánico durante cuatro meses. Aunque combate la división en Bélgica  y Francia, él sirve en retaguardia (los ingleses lo llaman “in the rear with the gear”) y no ve combate.
En septiembre de 1940, es trasladado a un destino similar, pero en la Das Reich, y ascendido a Oberscharführer (rango de difícil traducción, una especie de sargento, pero no es muy exacto definirlo así). En enero de 1941, sus buenos contactos en el partido le garantizan otro ascenso, a Untersturmführer (una especie de subteniente o alférez), y es asignado como oficial técnico al 2º batallón del regimiento de artillería de la Das Reich. Allí vive la campaña de los Balcanes, Donde asegura que, casi él sólo, captura a 57 soldados y oficiales yugoslavos…acción de por la que no es condecorado, y de la que no existen registros de ningún tipo.  Su carrera es meteórica, y antes de la invasión de la URSS, operación Barbarroja, vuelve a ascender, a Obersturmführer (teniente). En la citada división, sirve en el servicio de reparación de vehículos, y recibirá la cruz de hierro de 2º clase por haber recuperado varios vehículos bajo el fuego enemigo, el 26 de agosto de 1941, durante los combates de la cabeza de puente de Yelna. Será evacuado a finales de 1941 a Alemania, por problemas estomacales; aunque muchos biógrafos hablan de heridas de metralla en la cabeza. Él no las recoge en sus memorias.



Recuperado de sus dolencias, extrañamente no vuelve a la Das Reich, formación que reclamaba siempre de vuelta a oficiales valiosos. Es asignado al batallón de reemplazo de vehículos de las SS, en Weimar – Buchenwald. Allí, sus responsabilidades son principalmente de instructor mecánico; y será recordado por ser un oficial que pese a cumplir, tendía a ser algo indisciplinado, muy bocazas, y estar de juerga continuada con sus amigotes del partido. En Noviembre de 1942, es transferido al recién formado regimiento Panzer de la Totenkopf, donde sigue con responsabilidades de reparación de vehículos. Llega 1943…y el gran salto. Hemos visto hasta ahora su “extenso” historial de combate, sobre todo en el ámbito de fuerzas especiales y operaciones combinadas.
Pero ese año, asciende a la jefatura de la temible SS – Reichssicherheitshauptamt, RSHA, a su buen amigo de Viena, Ernst Kaltenbrunner, e inmediatamente recibe la oferta de un mando en la sección VI, departamento externo de la SD (un inciso, para los que no conozcáis bien el organigrama de tan importante, y muchas veces desconocida organización, la RSHA, englobaba, en sus departamentos, lo siguiente: I. Departamento de personal, II. Administración, III. SD, IV. Gestapo, V. Policía criminal o Kripo, VI, SD –departamento externo o de exteriores- y VII. Ideología.). Se le asciende a SS - HaupsturmFührer  (capitán), y, aquí viene lo mejor: se le entrega el mando de la unidad de entrenamiento de comandos de las SS de Orienburg. Por lo menos, se le hace realizar antes el curso básico de la Abwerh de espionaje y contraespionaje, pero nada más…allí se formará la unidad de comandos inicial de la SS, al estilo regimiento de Branderburgo, denominada como 502 batallón Jaeger SS, más conocido como unidad Friedenthal. Pero, importante: el énfasis se hará en pequeñas operaciones de infiltración, espionaje y sabotaje; no en asaltos de comando de cierta entidad.



Ernst Kaltenbrunner
Llegado a este punto, y con estas carreras y elecciones par apuestos de responsabilidad, uno no deja de asombrarse, de cómo el III Reich más que un imperio…¡se parece y mucho a una de nuestras autonomías!
Pero la suerte de Otto sólo está empezando. El 24 de julio de 1943, Mussolini es depuesto y arrestado. Dos días más tarde, y ante la inminente capitulación del gobierno provisional del mariscal Badoglio, Hitler ordena la ocupación de Italia, el desarme de su ejército y la localización y el rescate del dictador italiano.
A ésta última tarea, se aplican diversos servicios, en bizantina competición, sobre todo la Abwerh y la RSHA. Skorzeny, es uno de los encargados de la búsqueda, y lleva, a Italia, en un primer momento, al mando de uno de sus subordinados más fieles, el Obersturmführer Kart Radl, a 29 de sus hombres; junto con tres oficiales de la GESTAPO y siete de la SD. Comienza a lanzar desde la embajada alemana en Roma a múltiples equipos de búsqueda, sin mucho orden ni concierto, y con instrucciones muy vagas…eso, y una buena cantidad de dinero, que por ejemplo, incluía 4.000 Libras esterlinas falsificadas en la operación Bernhard. Resultado: datos de inteligencia útiles, cero; y los equipos con ese dinero se corrieron algunas de las juergas más sonadas de la ciudad eterna. Himmler, encargará la misión a otros dos oficiales de la RSHA, estacionados en Roma: el Sturmbannführer Herbert Kappler (responsable de la matanza de las fosas Ardeatinas), agregado a la embajada desde 1939, conocedor de Italia y el italiano, y acceso a los círculos más selectos de la sociedad italiana; y el  Obersturmbannführer Eugen Dollman, tipo duro y eficaz, tenaz, inteligente, con gran experiencia y una sólida formación policial, y también con importante acceso a la alta sociedad política y económica italiana. Si uno se molesta en leer un poco sobre sus vidas, comienza a sospechar que quizás el inquietante personaje del coronel de las SS, Hans Landa, de la película Malditos Bastardos, se basa mucho en ambos, y no Reinhard Heydrich, como se ha dicho… serán ellos, los que seguirán el rastro de Mussolini, desde su salida de Roma, a Gaeta, luego a las islas de Ventontene, Ponza, La Maddalena, el Lago Brazziano y hasta el hotel Imperatore del Gran Sasso.


Herbert Kappler, durante el juicio por la matanza de las fosas Ardeatinas


Eugen dollman, a la izquierda de la imagen, con Adolf Hitler


Cristoph Waltz en su magnífico papel del inquietante Hans Landa

En la isla de la Maddalena, Skorzeny da la primera muestra de su “experiencia”. Contra todo consejo decide ir a hacer un vuelo de reconocimiento rasante  con un Fieseler Storch (alguna fuente sugiere un He-111), que termina amerizando por un problema mecánico al lado de la playa…y rescate de piloto y pasajero por los sorprendidos italianos.
Una vez conseguida una localización fiable, se imponía una rápida y certera labor de reconocimiento, con el fin de asegurar la presencia de Bruno Meyer (como se conocía al dictador italiano, en código). A tal fin, se recurrieron a algunos ardides, como enviar al teniente médico militar alemán Leo Krutoff, a husmear el terreno con la excusa de instalar en el Hotel un hospital para enfermos de malaria; o el vuelo realizado en un He-111 por el oficial de inteligencia del general Student, el mayor Langguth (Skorzeny fue como observador, aunque en sus memorias, como siempre, se pondría en el papel estelar). Asimismo, se consiguieron fotos del Hotel Imperatore (mejores que las del vuelo del Heinkel) y planos del mismo. No fue difícil, pues formaba parte de un complejo (sólo se construiría éste) turístico a mayor gloria del fascismo, este hotel con forma de D, y otros dos edificios formando una V y una X, de tal forma que desde el cielo se leyese la palabra DVX (romanizada versión del Duce de Mussolini).


Hotel Campo Imperatore, una foto moderna

Y así, uno de los más importantes raids de comando de toda la guerra, la operación Roble, se le iba a encomendar a un individuo con unas excelentes calificaciones como mecánico, y nulas como comando. Bueno, esto según Otto, porque la realidad es que el asalto iba a ser planeado y dirigido por dos grandes expertos. El primero, el general de paracaidistas Kurt Student, y uno de sus mejores hombres, el mayor Otto - Harald Mors, jefe del primer batallón del 7º regimiento de Fallschirmjäger (I/FJR 7).

Kurt Student


Harald Mors, el verdadero planificador de la operación

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