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jueves, 28 de febrero de 2013

CURIOSIDADES DE PANZERS...


Confieso que cuando tienes un blog pasas por periodos de gran vagancia a la hora de escribir, periodos que debes sacudirte lo antes posible si no quieres que los proyectos se te acumulen, o peor aún, que queden dormidos, olvidados en ese gran cajón de la memoria que todos tenemos, y etiquetamos como tareas pendientes.

Y la mejor manera, es con un tema ligero y entretenido. Así que va uno de curiosidades sobre los archifamosos y conocidos panzers alemanes. ¿Conocidos? Bueno, puede que os sepáis muchas de estas anécdotas, pero alguna, seguro que os sorprende…

PANZER I

Como diría César Vidal, corría el año 1936, en sus últimos meses, y en nuestra contienda civil, el bando nacional se encontraba profundamente preocupado. La URSS había suministrado a la República uno de los mejores carros de combate de la época: el T-26B, con buen blindaje, movilidad y un temible cañón de 45 mm. Ante eso, las “latas de sardinas” italianas, el CV-33; y el Panzer I “negrillo” germano, sólo podían oponer sus ametralladores gemelas de calibre de fusil…se precisaba algo más contundente.

A principios del verano de 1937 surgió la idea de armar el panzer I con un cañón antiaéreo Breda de 20 mm, que disparase proyectiles AP. El proyecto fue, casi en exclusiva, español, pues los germanos, que tenían en la parrilla de salida ya los Panzer II y III como que pasaban un poco del tema. Así que nos pusimos manos a la obra, con esa genial mezcla de chapucilla e inventiva que tan buenos resultados nos da a los españoles, desde nuestro hogar, hasta en nuestros momentos históricos.

De entrada, hubo que subir la altura de la torreta con un añadido, que parecía que le habían puesto uno de esos sombreros Cantonier que popularizaría el genial Maurice Chevalier; pero para que entrara el cañón de 2 cm, se retiró gran parte del mantelete blindado de la torreta, y peor aún, para la puntería, se mantuvo el visor original del arma, lo que obligaba a abrir un incómodo ventanuco en el frontal de la torreta, que exponía al tirador al fuego de cualquier arma ligera de infantería. Von Thoma según lo vio, sugirió, de forma muy brusca, que tripulasen primero ese Panzer los propios diseñadores, y que luego ya veríamos…así que se buscó la forma de importar y colocar cristal antibala en dicha abertura, lo que pese a petición a los alemanes, nunca se logró. Al final sólo se construyó en un número exiguo (y aquí, hay discrepancias, pues ciertos autores señalaron un número cercano a nueve, pero el capitán Félix Verdeja, sólo recoge, en sus escritos, que se modificaron tres), que nunca llegaron a enfrentarse a un T-26B.



El problema se resolvió gracias a la propia República: entre los carros T-26 que perdían, rápidamente recuperados y puestos en uso si se podía por los nacionales, y los repuestos que se capturaban a los mercantes apresados por la activa marina nacional, dicha conversión resultó ser innecesaria.

PANZER II

Años después de la guerra, Guderian comentaría que siempre se sorprendió de los grandes éxitos que se lograron los dos primeros años, cuando los carros más numerosos de la Panzerwaffe eran vehículos pensados para entrenamiento, como era el caso del Panzer I y el II.

Éste último recibiría multitud de usos muy diversos a lo largo de la guerra. Y era curioso, pues pensado como vehículo de reconocimiento, su velocidad máxima y movilidad eran más bien escasa si se compara con vehículos similares.

Por ejemplo, fue muy usado en baterías antitanque Flak de 88 mm en el norte de África, como vehículo de protección cercana, y en muchas unidades Panzer, era asignado a los médicos de la unidad, reteniendo el armamento, pero cambiando parte de la munición por suministros sanitarios.



 La tripulación era de tres: conductor, artillero – jefe y operador de radio. Los conductores pronto descubrieron que su ranura de visión era bien vulnerable a muchas armas, por lo que cogieron la costumbre (luego copiada en la cadena de montaje) de soldar un visor falso al otro lado, con la esperanza de poder así recibir menos disparos en el suyo propio. Pero el operador de radio, lo tenía fatal…se sentaba a los pies de la torreta, al lado izquierdo, y en teoría tenía una escotilla propia que daba hacia atrás, hacia el motor. Pero en esa escotilla, para aprovechar el espacio, también había un radiador, lo que hacía que esta pesase un quintal,  fuese muy complicado levantarla, por lo que se usaba normalmente la escotilla superior de la torreta. El puesto en el frente del este, por calentito, era bien codiciado, cosa que como se puede uno imaginar resultaba ser una tortura si estabas en el “Afrika Korps”.

PANZER III

Las primeras series tienen una curiosidad poco conocida: tenían más escotillas de escape que tripulantes. A saber: dos en el frontal, dos en los laterales del casco, dos laterales en la torreta, una superior para el jefe de carro, y otra inferior en el suelo del mismo. En total, ocho para cinco tripulantes…pero no todo es oro lo que reluce.

Había dos en el frontal, para el conductor y el operador de radio, que dejaban ver sus piernas si estaban abiertas, así que usarlas requería una flexibilidad y técnicas de contorsionista cirquense. Las dos laterales, del casco y la torreta, eran muy estrechas, lo que obligaba a tener la talla de Kate Moss si querías salir con presteza en una emergencia, y la del suelo del carro, requería mucha fuerza para levantarla. Al final, por complejidad, y también porque una escotilla siempre es un punto más débil en un blindaje, se irían eliminando parte de ellas.



Sólo un apunte más: sería uno de los primeros carros con torreta de tres tripulantes, liberando al jefe de carro de cargar o disparar el cañón. Y ahí estaría gran parte del éxito de los panzers alemanes en los primeros años.

Una anécdota poco conocida es que antes de la operación Barbarroja, el Panzer III estuvo a punto de acabar con la producción…¡del T-34 ruso! Mediante el pacto de No – Agresión germano soviético, los alemanes proporcionaron antes del verano de 1941, diverso material bélico a los rusos, como gesto de buena voluntad. Así varios Panzer III con el nuevo cañón de 50 acabaron en pruebas contra el T-34 modelo 1940.

Mikhail Khoskin, su diseñador, tenía un gran número de personajes envidiosos de su éxito y del revolucionario diseño que presentaba. Además, había un gran número de intereses para no fabricar el T-34, bien dando más prioridad a los KV o mejorando la ya probada línea del T-26 y los BT, mediante programas como el del T-46. En unas pruebas conjuntas, T-34 y Panzer III realizadas en 1940, una comisión “independiente” de mandos militares desplazada al efecto, informó al Kremlin; que en la comparativa entre el alemán y el nuevo diseño ruso…ganaba el alemán, al estar “mejor construido, más potente, mejor blindado (increíble pero cierto) y con un armamento principal mucho más preciso”. Por suerte para los rusos, fue un informe al que dadas las firmas que lo remataban, no se le prestó ninguna atención.


PANZER IV

Va una anécdota poco conocida, con la última variante fabricada el Panzer IVJ. Se buscaba que fuese de fabricación lo más sencilla posible, y además que se adaptase al nuevo tipo de guerra defensiva que libraba la Alemania nazi al final del conflicto.

¡Y vaya que si lo simplificaron! Los portillos para las pistolas, eliminados de la torreta. No había tubos de escape como tal, sino que eran dos simples tubos con supresores sencillos de llamaradas, las cubiertas del motor y radiadores, simplificadas. Y lo que más odiaron los tripulantes, el sistema de giro asistido por motor de la torreta…eliminado, lo que obligaba a moverla a manivela, a mano. El giro era bien lento, pero te ponías unos brazos de Stallone que debían ser la envidia de otros. El espacio dejado por ese motorcillo, fue aprovechado para colocar un depósito extra de combustible. Y era una adición bien necesaria, que incrementaba su alcance hasta los 320 Km. Teóricos, lo cual era bien de agradecer, pues debido a la escasez de combustible, los panzers ya en 1944, raramente eran transportados en camiones, sino embarcados en ferrocarril y de ahí circulaban por sus medios al frente (lo que a su vez desgastaba más el vehículo y ocasionaba más averías).



JAGDPANTHER

No me olvido del Panther, pero las anécdotas de ese, ya se contarán en otro post, si éste gusta. Pero no me resisto a contar una bien curiosa de su versión caza-carros: el Jagdpanther.

Sólo se construyeron 392, de forma casi artesanal, a la británica que diríamos en otro post. Pero causaron un impacto descomunal en el campo de batalla, y convirtieron su nombre en sinónimo de terror entre las tripulaciones aliadas, e inmortal entre los aficionados del mundo entero durante décadas…bueno del mundo entero, no. Había una excepción: Japón.

Allí, durante mucho tiempo, fue conocido como el Jagdpanzer V Rommel. ¿Rommel? Si no tuvo nada que ver diréis…y cierto es, pero el nombre tiene un misterio y una explicación.


Cuando los japoneses, al final de la guerra recibieron gran cantidad de documentación técnica de panzers alemanes, un ignoto traductor japonés, con notable sentido, no sé si del humor o de la inventiva, o de ambas, tradujo al japonés, con ese nombre, dicha documentación.

Cuando a finales de los 50 y principios de los 60, en Japón hubo un boom enorme de afición por el modalismo y construcción de maquetas, la popular casa Tamiya, lanzó sus primeros kits en plástico. El primero sería el del Panther, que haría furor por su detalle y bajo precio seguido del de los Panzer II…y el Jagdpanther, con la denominación japonesa de “Cazacarros Rommel”. Fue un gran éxito de ventas, que popularizaría durante muchos años ese nombre en el país del sol naciente.

TIGER

No es necesario decir que el famosísimo Tiger I fabricado por Henschel tiene un gran número de conocidas anécdotas, pero mucho más desconocido es su competidor, el modelo diseñado por Porsche, y que sería conocido como el VK4501(P) o más popularmente como Tiger P.

Arrancó del diseño de un nuevo medio, el VK3001(P) o Leopard, como era llamado en la casa, con la intención de casar el excelente cañón de 88 mm con un carro de combate. Tras la conferencia de 26 de marzo de 1941, tanto a Porsche como a Henschel, se les encargó la fabricación de un nuevo carro pesado, armado con el cañón 88 mm KwK L/56, y que debía estar listo para el verano de 1942. Sería el inicio del programa Tiger.

Ahora, aquí, entre nosotros. Si hubiese una lista de industriales “pelotas” del tercer Reich, Ferdinand Porsche, estaría en el aventajado grupo de cabeza. La intención que tuvo, y presionó para ella, fue presentar su modelo el 20 de abril de 1942, a tiempo para el cumpleaños del Führer. Henschel, enterado de la jugada, haría lo mismo, con lo que ambos vehículos se presentaron en Rastenburg a la vez.

VK4501 (P) en pruebas.


Por aquel entonces se consideraba que las transmisiones mecánicas disponibles eran demasiado frágiles para carros que superasen las 40 toneladas de peso, por lo que se decidió usar en el proyecto una eléctrica. Los alemanes, habían estudiado con mucho cuidado las transmisiones Naeder de los Char B1bis franceses capturados. Esa transmisión, además, estaba pensada para que fuese el conductor el que apuntase y disparase el howitzer de 75 mm que tenía a su derecha, en el casco, y fue fuente de problemas sin fin.

La disposición de la planta motriz se las traía. Maybach, pese a lo prometido, fue incapaz de suministrar un motor lo suficientemente potente, así que antes de la prueba (¡y tan antes, que se terminaron de montar el día previo en el prototipo!), se resideñó a gran velocidad el carro para montar dos motores Maybach de gasolina, modelo HL120TRM con 600 CV, que movían dos generadores eléctricos, y que suministraban potencia tanto a las cadenas como al giro de la torre y movimiento del cañón. Los americanos tienen un refrán para estas cosas: when things go complicated, things go wrong. Y no podían ir peor…

De entrada los 11 km desde Rastenburg al campo de pruebas fueron un calvario para los tripulantes del Tiger P, con constantes averías, bochorno sólo aliviado porque le pasaba lo mismo al prototipo de Henschel. Pero resultaba que el de Porsche no llevaba torreta, sino sólo un contrapeso que la simulaba. Tras el diseño de la misma, se comprobó, al fabricar el prototipo que las medidas eran erróneas, y que no había manera de que alcanzase el cañón unos grados de depresión decentes, al chocar los cilindros de recuperación y parte de la culata con el techo de la misma…

El Tiger de Porsche

Tras hacerle una “chapucilla” consistente en colocarle un añadido en el medio del techo que permitiese el movimiento, se reiniciaron las pruebas…que fueron otro desastre. La torreta, muy adelantada, sobrecargaba la transmisión delantera, el complicado sistema eléctrico ardía a la mínima, debido al voltaje y amperaje precisos para dar energía a tantas cosas, y para desesperación de los ingenieros, cada vez que movía el carro, por un fallo inexplicable, el cañón se bajaba hasta su depresión mínima, y le costaba tiempo recuperar la posición inicial. Una comisión independiente detectó, en suma, hasta 205 fallos importantes que debían pulirse en el prototipo. Y mientras, el trabajo de Henschel, avanzaba con paso firme.

Al final se fabricaron unos cinco, en Nibelungenwerke, gracias a partes suministradas por Krupp (otro gran pelota). De ellos, se sabe, que al final uno, con el nº de chasis 150013 serviría en el frente del este, en el verano de 1944, como carro de mando en el PzJg Abt 653, equipado con cazacarros Elefant.

El Tiger P del Pz Jg Abt 653, 1944. Tomada de la genial web www.achtungpanzer.com


El proyecto estuvo a punto de ser salvado, gracias a dos hechos: que se quería enviar varios batallones de Tiger al norte de África, y que el modelo de Henschel tenía serios problemas de refrigeración en su motor, algo en lo que, mira que es casualidad, no tenía fallo alguno el Tiger P. Al final, conseguiría que se fabricasen 90 chasis en la mencionada  Nibelungenwerke de Austria, con piezas de Krupp; que serían el embrión del Panzerjäger Ferdinand (luego Elepahnt).

Panzerjäger Ferdinand.

Pero Porsche no era de esos que se daban fácilmente por vencidos. Pronto surgió la necesidad de tener un carro de combate pesado que montase el excelente cañón 88 mm KwK L/71, que era demasiado para el chasis del Tiger I de Henschel. Y aquí, el afamado doctor pensó que tenía ventaja…al fin y al cabo, su cazacarros Ferdinand, montado sobre el chasis de su VK4501(P) ya montaba ese cañón en 1943.

De entrada empezó la casa por el tejado (seguramente escarmentado) y se diseñó a toda prisa la torreta. Para empezar, y a fin de ahorrar, el frontal llevaba menos blindaje del pedido, y además, su forma redondeada tenía el peligro de rebotes de proyectiles al delgado techo del compartimiento de conducción del carro. A tal fin, diseñó dos propuestas de su carro pesado, el VK4502(p) Ausf A con la torreta muy adelantada (tanto que las escotillas de escape del conductor y radio-operador eran inexistentes y tenían que salir y entrar por las de la torreta) y el VK4502(p) Ausf B, con una moderna disposición de motor adelantado y torreta atrasada, al estilo que luego haría popular el israelí Merkava. Y más aún, convenció a Krupp, para que le fabricase unas 50 torretas…

Visión artística del VK4502(p) Ausf A...

y del VK4502 (p) Ausf B

Existe una historia apócrifa que afirma que Porsche mostró una maqueta del modelo B al propio Hitler, y que éste, extasiado, le dijo que era un carro muy bonito y que debía iniciarse la fabricación de inmediato ¿usaría tal hecho para lograr que le fabricasen las torretas en Austria? Posiblemente nunca se sepa, pero lo que si que es cierto es que el que sería el Königstiger, sería fabricado por Henschel, y que los cincuenta primeros llevarían esas torretas.

Y por cierto, una curiosidad con el nombre de Königstiger…los americanos lo traducirían, estilo Google, como King Tiger, y los británicos como Royal Tiger. En alemán, con ese término es como se denomina al Tigre de bengala, y de hecho los británicos al principio lo tradujeron como royal bengal tiger, para usar, luego el más sencillo de Royal Tiger

PANZERKAMPFWAGEN 747(r)

Con este pomposo nombre es como era conocido el inmortal carro T-34 ruso cuando era utilizado por los propios alemanes. Y es que bien curioso es saber, que después de los propios soviéticos, la nacionalidad que más usó el T-34 eran sus enemigos germanos. No creáis a cualquier autor que cense, de forma muy certera, el número de los mismos capturados y usados por los alemanes. Saber ese número, simplemente, es imposible. Debido a las directrices del OKH (Oberkommando Des Heeres) de entrega del material capturado al alto mando, muchas unidades que ponían en funcionamiento varios T-34, simplemente o no los declaraban o los “camuflaban” en los estadillos de las unidades como material alemán.

Y mira que usar la mayoría de las versiones del T-34 debía ser complicado para los alemanes…con su torreta de dos plazas, su ausencia de radio en la mayoría, sus escotillas o simplemente el hecho de que la mayoría de las municiones iban en simples cajas, en el suelo de la torreta, cubiertas por una sencilla esterilla de goma.


Uno de los modelos más capturados fue el T-34/76c. Apareció a mediados de 1942, y en mayor número a principios de 1943. Los alemanes, que algo habían olido de un nuevo modelo basado en el T-34, de forma errónea, al principio lo denominaron como “T-43”. Si ya era sencillo fabricar el modelo de 1941, éste, era aún más rápido y económico. Los soviéticos, habían realizado una curiosa estadística en la que habían concluido que un T-34 (y su tripulación) solían aguantar en combate, por término medio, una semana. Así que tocaba fabricarlos aún más espartanos y simples.

Entre los aficionados a las armas corre un chascarrillo: ¿cuál es la mejor forma de reparar un rifle Mosin Nagant? Respuesta: ¡no se reparan! Se compra otro, es bien barato y ¡hay millones esperando ser “adoptados”! No hablo el ruso, pero siempre he estado bien seguro que para un ruso fabricar algo “sencillo”, siempre implica fabricarlo robusto…y los alemanes quedaron impresionados por la fiabilidad del nuevo modelo de T-34. Así que rápidamente lo adaptaron a su uso, mediante el añadido de cúpula para el comandante, radios, sistemas de almacenamiento externo al estilo de sus panzer, y un largo etcétera de modificaciones. Incluso, llegaron como el caso de la Das Reich en Jarkov, en 1943, a poner de nuevo en marcha una pequeña línea de montaje del carro.

Entre los soldados alemanes, el citado T-34/76c tenía un curioso sobrenombre: Mickey Mouse. Se le había dado por la curiosa apariencia de la pequeña torreta biplaza al tener abiertas, hacia delante, las dos nuevas escotillas redondas. Y esas escotillas en su captura causaron un problema curioso.

La razón del apodo de "mickey mouse"


Para abrirlas no tenían asa, sino que había un sistema ingenioso de apertura con un muelle, que se accionaba pisando una pestaña en uno de los laterales de cada escotilla. Se abría así un poco, dejando una rendija para meter la mano y abrirla completamente. Según muchos veteranos alemanes que lo tripularon, mas que pisar, había que propinarle un (o varios) severo pistón al dichoso mecanismo para que funcionase de forma correcta. Aunque los tripulantes rusos manifestaron que era una cuestión, más de maña que de fuerza…

Para cerrarla por dentro, no había pestillo ni nada parecido…en cada escotilla había una apertura para una llave, que se proporcionaba a cada tripulante, y se le instruía para que la llevase colgada al cuello siempre, que mediante una vuelta, accionaba el mecanismo de cierre.

Lógicamente, con los T-34 capturados había ese problema, lo que llevó a que algunos tripulantes germanos, muy emprendedores, se hiciesen llaves con sacacorchos; o si había tiempo, el taller le instalase algún sistema casero de manejo más rápido y menos complicado. En cuanto a los rusos, normalmente, dejaban sin cerrar esas escotillas: se perdía un tiempo precioso, si el carro era alcanzado en meter la llave de marrás en la cerradura y abrir la escotilla.

JAGDTIGER

Si hay un vehículo blindado que ha aunado la megalomanía, con la potencia de fuego, junto a la desesperación de la derrota inminente y su escasa utilidad, sería este cazacarros germano.

Un intento desesperado de casar, como fuese, el potente cañón anticarro de PaK 44 de 128 mm con un chasis muy blindado. Y para eso usaron el casco del Tiger II, con su mismo motor, y como unas 10 toneladas extras, para un motor y una transmisión que ya eran bien escasas.

La construcción del mismo, se las traía. Los alemanes, en la mayoría de sus blindados construían primero la parte inferior del casco, con la suspensión y el tren de rodaje, para luego, instalar la superestructura (construida aparte), mediante potentes grúas, y soldar el conjunto. Había funcionado bien hasta entonces, pero en el caso del Jagdtiger, el peso era tan brutal, que no había una sola grúa que pudiese manejarlo, así que se tuvo que fabricar de forma artesanal.

Para aprovechar el descomunal alcance y precisión del cañón de 128 mm, se añadió un telémetro estereoscópico a la mira. Para que funcione correctamente, es imprescindible una colimación perfecta del mismo con el extremo distal del cañón, y si éste es largo, es preciso algún sistema de estabilización del mismo que evite la necesidad de estar reglándolo cada poco. El 128 mm del Jagtiger tenía unos 55 calibres, es decir unos buenos 7 metros de cañón, y para abaratar producción no se había previsto un sistema de bloqueo. Se agravaba por el hecho de que no había transportadores que pudieran con el peso del blindado (daba igual, tampoco había combustible para los mismos), por lo que tras bajar del ferrocarril, se tenían que desplazar por sus propios medios, sufriendo así las vibraciones de la marcha. (La marcha por carretera era toda una aventura comparable al traslado de grandes cargas industriales hoy en día, pues muchos puentes y carreteras no aguantaban su descomunal peso ni tamaño. Como anécdota mencionar que una de las condecoraciones que recibieron los mandos del 653 Pzjg Abt, fue por conseguir un desplazamiento de 90 km en un solo día…¡lo que hacía una unidad de M36 Jackson americanos para ir a comprar el pan, como quien dice!).

La solución adoptada fue típicamente…española. Simplemente, se le puso una horquilla que durante el transporte sujetase la caña de la pieza, y se instruyó a los tripulantes, para no ser retirada hasta justo antes de entrar el combate. El problema, es que nadie dispuso un sistema o dispositivo que permitiese desengancharla desde dentro del vehículo, lo que en varias ocasiones llevó a que dos tripulantes tuvieran que salir del mismo, en pleno combate a desengancharla.

Jagdtiger, y la horquilla del cañón ¿chapuza o genialidad?


Quizás una de las anécdotas más curiosas y desconocidas sobre el Jagdtiger tuvo lugar después de la guerra, y protagonizada por los restos de uno de ellos (perteneciente al PzJg Abt 653, y de numeral 110) y miembros de una unidad de ingenieros norteamericana.

Encargados de retirar los restos de un Jagdtiger destruido por un bazooka en Eppingen (otras fuentes lo atribuyen a un Sherman M4A3), se presentaron con el equipamiento de grúas y tractores estándar…equipamiento que bastó con un intento de arrastre del pesado blindado para averiarse. Días después, volvieron con más grúas. Esfuerzo baldío…pues también se averiaron. Retornaron a la semana siguiente, con la idea de usar hasta cuatro cabezas tractoras para moverlo. Para entonces, en la localidad alemana y en las adyacentes la historia era bien conocida, y un nutrido público se congregó para ver los esfuerzos de los ingenieros. Nuevo desastre, para gran jolgorio de los nativos del lugar.

Llegado estos momentos, el affaire ya era conocido oficiosamente como “la batalla de Eppingen”, y estaba ocasionando una notable molestia en el cuerpo de ingenieros de los USA. Volvieron a la carga, con tres de las cabezas tractoras más potentes que había en Alemania, que para colmo eran británicas y tuvieron que pedir prestadas…para gran regocijo de los alemanes presentes, éstas también se averiaron…

"La batalla de Eppingen", en pleno apogeo...

Al final, picados en su amor propio, simplemente, decidieron tirar de soplete, cortar las planchas de blindaje una por una y retirarlo despiezado. Tardaron dos semanas… y lo mejor al final, el PzJg Abt 653, en Eppingen no había perdido un Jagdtiger, sino dos.

Por hoy, suficientes anécdotas, ya. Otro día, si gustan, más…