Buscar este blog

miércoles, 7 de agosto de 2013

LAS GUERRAS SIOUX 6: Un desconocido río de Montana (parte 2)



Veamos ahora, de forma somera, el desarrollo de la batalla.

De entrada, el campo de batalla. Mirad hacia la mano que tenéis ahora mismo en el ratón. El gran campamento indio estaría colocado desde el lateral del índice dedo, bordeando el resto de los demás dedos. El dorso de la mano y la muñeca representaría terreno de una meseta montañosa, con quebradas que más o menos, seguirían los pliegues y uniones de los dedos.  En esa misma posición, tendrías el norte hacia la parte lateral del 5º dedo. El río Little Bighorn, bordearía la mano desde la muñeca, pasando por el lateral del pulgar, y seguiría más allá.

Little Bighorn forma parte hoy en día d ela reserva Crow. Mapa Actual.

Antes de la batalla, los exploradores Arikara y Crow habían informado a Custer de la presencia del “mayor poblado indio que jamás habían visto”. Custer, acostumbrado a que en materia de números los exploradores indios tendían a exagerar, pensó que se enfrentaba al poblado principal de los Sioux, pero ni por asomo que fuese tan enorme como resultó ser. De hecho, ni los propios Sioux habían visto una reunión semejante, pues en los últimos días, habían llegado numerosos contingentes, no sólo de Siouxs sino también de algunos Cheyennes y Kiowas. Llevaban pocos días allí, y estaban ansiosos por presentar batalla.

Los exploradores que acompañaron a Custer. Sólo Micth Bouyer moriría a su lado.

Un poblado de esas características era un gran problema para los propios indios, y no podía mantenerse mucho tiempo así. Aparte de la ausencia de un mando único establecido, las dificultades logísticas de mantener alimentados y en buenas condiciones higiénicas a un número tan alto de pobladores, estaban fuera de los conocimientos y capacidades de las tribus nativas de la época. En unos días, antiguas rencillas surgirían al calor de las molestias del hacinamiento, y acabaría todo como manada de gatos. Custer tuvo, aquí, la mala fortuna de llegar justo en el momento más inadecuado para atacarlos.


Intentando no repetir los errores de su ataque en Washita, y en especial temeroso de posibles campamentos satélites (temor que luego resultó ser infundado) que comprometiesen sus flancos y retaguardia, decidió dividir sus fuerzas; logrando así, si sus comandantes eran agresivos, dar la impresión de ser una fuerza mucho mayor que la que realmente era. Su objetivo, similar a la lucha contra los Cheyennes: dispersar el campamento indio, causar fricciones entre sus jefes, y lograr capturar o matar el máximo número de indios, no combatientes incluidos, que como hemos visto, eran el soporte logístico fundamental de toda tribu. Un ataque relámpago, bien ejecutado, podía lograr todo eso.

El ideal de un ataque a un poblado. Los indios pillados por sorpresa, sus caballos dispersados, sus mujeres e hijos capturados...

Por desgracia, Custer se enfrentaba con los Sioux Lakota, no con Cheyennes y Kiowas, y la capacidad de mando y carisma de sus jefes iban a darle la vuelta a la situación. Además, su plan se basaba en la presunción que Gibbon, Crook y Terry estarían cerca, y que su ataque los empujaría contra esas fuerzas. Pero ya hemos visto que Gibbon se movía a paso de tortuga, Crook tras el Rosebud había acampado y pedía sin parar refuerzos (tanto acamparía, que terminaría con un notorio número de casos de escorbuto entre sus fuerzas), y Terry por su inexperiencia, había metido la pata. Sin hacer caso a sus exploradores, decidió tomar la ruta más corta para reunirse con el 7º de caballería, es decir, a través del valle del Little Bighorn, en vez de ir por terreno más elevado. Dicha ruta, para los carromatos, artillería y las mulas, resultó ser mucho más complicada, y le impedirían llegar al lugar de la batalla hasta el día 27 de junio.

Dividió así su regimiento en cuatro partes, de tamaño batallón, (Benteen, como era ya costumbre, protestaría del plan): una, bajo su mando con las compañías C, E, F, I y L bajo su mando directo; las compañías A, G y M bajo el mando del mayor Marcus Reno y las compañías H, D y K bajo el mando del capitán Alfred Benteen. La compañía que queda de las doce presentes, la B, estaba bajo el mando del capitán Thomas MacDougall, y estaba encargada de escoltar los servicios sanitarios y de intendencia.

El capitán MacDougall.
Por la mañana del día 25 de junio, el avance previsto, por las dificultades de aproximación había quedado trastocado. Así, que en el plan definitivo, Custer atacaría por la meseta y las colinas, tratando de envolver al campamento y de cortar la retirada de los indios; Reno atacaría por el valle, con el Little Bighorn a su flanco derecho. Benteen, iría más atrás, con la misión de apoyar a Custer, y teniendo detrás del mismo la compañía B de MacDougall. Era un buen plan, y en otras circunstancias había y hubiese funcionado bien, pero ante el enemigo que tenían delante, iba a saltar pronto en pedazos.


El ataque de Reno fue de todo menos de tipo relámpago. Tenía experiencia en combate contra las fuerzas confederadas, pero era su primera campaña de las guerras indias e iba, al parecer, bastante asustado. Pese a su lentitud, su ataque pilló por sorpresa a los indios, que tuvieron que improvisar un defensa desesperada para ralentizarlo. Y en ese momento, al ver la agresividad y carga de los indios, perdió la concentración. De entrada ordenó, no cargar, sino desmontar, y formar una línea de tiradores. Esa táctica, contra una fuerza confederada de infantería, con las carabinas de tiro rápido que usaba la Unión era muy efectiva, pero suicida contra unos Lakota cargando a caballo…pronto su flanco izquierdo quedó rebasado, y con evidentes muestras de pánico ordenó una retirada (que aún así se realizó con buen orden) hacia el río, logrando asentar una buena posición defensiva en un claro con la ayuda de troncos caídos. Hasta entonces sus fuerzas sólo habían tenido dos muertos y varios heridos leves antes de la retirada, pero perdería otros siete más camino de dicha posición.

El mayor Marcus Reno. Su actuación fue desastrosa.

Los precisos disparos desde dicha posición comenzaron a romper la carga de los Lakota, y a causarles bajas. Era un buen lugar en el que resistir, y donde su potencia de fuego podía causar mayores bajas. Se dice que dos acontecimientos terminaron por desestabilizarlo, primero, una herida superficial en la cabeza, que le llevó el sombrero (y que reemplazó con un vistoso pañuelo rojo puesto en plan pirata), y el segundo, que poco después su cara quedó embadurnada de los restos cefálicos de uno de sus exploradores Crow, un tal Cuchillo Ensangrentado, alcanzado en la cabeza por una bala. Normalmente, los exploradores indios no solían luchar, se quedaban atrás y luego tenían derecho de saqueo, en especial de armas y caballos, sin embargo en el caso de los Crow, ancestrales enemigos de los Sioux, (que de hecho los habían echado de la región de las Black Hills) no era extraño que lucharan al lado de los soldados. Fue demasiado ya, y ahí perdió toda calma posible, pues en breves minutos comenzó a dar órdenes incoherentes y contradictorias, para poco después anunciar que la resistencia era inútil, y que todo el mundo corriese por su vida, abandonando él mismo primero la posición.

Caballería desmontada y en línea de guerrilla. La formación daba una potencia y volumen de fuego tremenda, pero mal elegido el lugar volvía muy vulnerables a los soldados.

Fue ahí donde los Sioux comenzaron a masacrar a placer a sus hombres, algunos intentando huir sin concierto, y otros abandonados en una posición cuya defensa había quedado desintegrada. La mayoría de sus soldados lograrían huir a través de la que sería conocida como Reno Creek, pero los que no acertaron con la subida correcta a la meseta, fueron cruelmente masacrados. Allí, en una colina, sus destrozas fuerzas se salvarían de la aniquilación al encontrarse con la columna de Benteen y una hora después, con la compañía de MacDougall. La situación se estabilizaría, en gran medida, gracias a los esfuerzos de la banda del regimiento, que habiendo cambiado sus instrumentos por carabinas de repetición Spencer, mantendrían un nutrido fuego de cobertura. La cuenta del carnicero era importante: 3 oficiales y 29 soldados muertos, con unos 18 desaparecidos, de un total de unos 175 soldados y oficiales.


Son las 16:20 horas, y las tropas en lo que sería conocido como Reno Hill, comienzan rápidamente a atrincherarse, cavando como buenamente pueden pozos de tirador, para resistir a los Sioux, mientras los acontecimientos comienzan a precipitarse… pero volvamos con Custer.

Custer lleva avanzando por la meseta, sin problemas, desde antes de las 15:00 horas. El terreno es de suaves colinas onduladas, con numerosos cortados que le ocultan de la vista del enemigo, pero que a la vez, le impiden ver la magnitud del poblado. Sobre las 15:15 horas, se asoma a reconocer el terreno, y desde lo que será llamada la atalaya de Custer, contempla lo enorme que es el poblado; tan grande que de hecho no lo ve entero. Manda ahí a su primer mensajero, al sargento Daniel Kanipe para azuzar el movimiento de Benteen. Poco después recibe un mensaje, a través del teniente Cook, de su jefe de exploradores, Fred Gerard, que le avisa que los indios están atacando con fuerza a Reno.

El Sargento Daniel Kanipe.

Cinco minutos después, está de nuevo al borde de la meseta, comprobando que el poblado, que sigue sin ver entero, no es que sea enorme, es que es colosal. Y ve más cosas de importancia, la primera a Reno, combatiendo, sin haberse retirado todavía (lo hará en quince minutos), y que parece tener el ataque bajo control. Y envía a un segundo mensajero, sobre las 15:20 horas, al corneta John Martin. El teniente Cook le conoce, sabe que es un buen soldado, pero que su nombre real es el de Giovanni Martino, y que es un emigrante italiano que no se maneja bien con el inglés. Rápidamente le escribe la famosa nota: Benteen, come on. Big Village. Be quick. Bring pacs. P.S. Bring pacs (Benteen, ven. Gran poblado. Sé raudo. Trae municiones. PD trae municiones”.


John Martin - Giovanni Martino, en una foto años después de la batalla.
Pero ve otra cosa de gran interés. Un buen número de no combatientes, que comienzan a desmontar tiendas y a huir en dirección NNO (a través de lo que se conocería como Squaw creek). Es la gran oportunidad, pues si logra bordear las colinas y cortarles el paso, puede desintegrar la resistencia india, y causar unas disensiones tan enormes en el campo contrario, que al igual que en Washita, hiera de muerte la resolución del enemigo.

Custer está a un paso de la victoria, que debería haber alcanzado en la siguiente media hora, pero comienzan a ocurrir muchos hechos que la van a convertir en una catástrofe. Y la primera, por parte de los Sioux. Otros indios, hubiesen presionado, y atacado en masa a Reno y Benteen, no logrando nada, pues su posición, aunque no lo parezca, es más sólida a cada minuto que pasa, y será aún más defendible cuando llegue MacDougall con las mulas (de hecho, de las grandes cajas de munición de 1000 disparos que llevan, sólo se tendrá que abrir una). Ya se ha comentado que las sociedades guerreras indias daban un gran valor a las hazañas individuales, y las destrozadas y desmoralizadas tropas de Reno parecen ser una excelente fuente de cabelleras. Pero los Lakota, son de otra pasta, y tienen la gran fortuna de contar con su mejor jefe: Caballo loco.

El gran jefe Sioux Caballo Loco.

Tiempo después, Caballo Loco comentaría que la posición del poblado en ese lugar le daba escalofríos. Se había elegido porque había agua potable en abundancia (muchos de los arroyos y ríos de la región tienen un altísimo contenido de cal, y no son apropiados ni para hombres ni para caballos) y grandes pastos, pero la meseta situada al norte permitía la aproximación por sorpresa de una importante fuerza enemiga, que no sería detectada hasta el último momento. Los indios, Sioux incluidos, eran magníficos exploradores, pero tendían a descuidar de forma criminal actividades muy necesarias pero muy ingratas como las aburridas patrullas de reconocimiento alrededor de un campamento. Una y otra vez, en las guerras indias en las Grandes Praderas, los campamentos, aunque muy difíciles de hallar por su movilidad, si eran encontrados, habitualmente eran pillados por sorpresa y sin medidas defensivas, con los lógicos resultados funestos.

Famosa fotografía de Toro Sentado.

  Algunos indios han dado reportes de posibles fuerzas de caballería en esa zona, y de hecho, un grupo de Cheyennes han intercambiado disparos con un grupo de diez soldados en uno de los accesos al valle, en el vado de Deep Coulee. Olvidad todas esas tonterías de las películas, el US Army sabía, en esa etapa, combatir perfectamente a los indios, y Caballo Loco lo sabe. Si él tuviese que atacar un poblado como el suyo, sin duda, lo haría desde esas colinas.

Así que con gran sangre fría, y pese a la amenaza de Reno primero, y el posible botín que su retirada comportaría después, mantiene bajo férreo control a lo mejor de sus fuerzas, obligándolas a realizar una ceremonia religiosa. Esos guerreros, además de la impaciencia, tuvieron que aguantar las chanzas de aquellos que partiendo a enfrentarse a Reno, se mofaban abiertamente de ellos y de su jefe.

Sobre las 16:30 H, con escasa diferencia, los dos mensajeros de Custer alcanzan a Reno y a Benteen. Boston Custer, hermano pequeño del teniente coronel, aunque es un civil, está con Benteen como guía, y obtiene permiso para ir en busca de su hermano e informarle de la situación. Al parecer, logró alcanzarle unos diez a quince minutos después, sin problema alguno por el camino.

Boston Custer, hermano pequeño del Teniente Coronel Custer.

Y su otro hermano, Thomas Custer. Los tres hermanos, George, Thomas y Boston murieron en Little Bighorn.

Es el punto decisivo de la batalla. Custer, en ese momento, probablemente dudase si no estaría mordiendo un bocado demasiado grande para sus fuerzas, y barajando una posible retirada con orden para unirse al resto de sus fuerzas. Pero la llegada de su hermano pequeño le muestra que Benteen ha recibido sus mensajes y órdenes. Que a pesar de lo que le ha ocurrido a Reno mantiene la situación bajo control, que sabe dónde está y que además le puede alcanzar sin problemas en breve. Contando con que posiblemente tenga a los soldados de Gibbon, Crook o Terry cerca; un ataque rápido y decidido puede desbaratar a los indios, pese a su inferioridad numérica. Y decide jugársela. En mi opinión, éste es su gran error, la confianza que tendrá en otros compañeros y superiores que no la merecían. Comete otro: pensar que los Sioux a los que se enfrenta reaccionarán igual que los Kiowas o Cheyennes. Y esta confianza le va a costar la vida a él y a sus hombres.

Caballo Loco, de entrada, está comenzando a aprovechar el terreno para infiltrar a un gran número de indios, que poco a poco están cercando a sus fuerzas. Pero es que además, el resto de su comando es un pandemonium. Reno sigue en shock, e incapaz de dar una sola orden coherente. Benteen, pese a su gran profesionalidad, es un manojo de nervios, y no para de rezongar sobre el avispero en el que les ha metido su odiado superior. Y toma la decisión fatídica: desobedece a Custer. Decide atrincherarse en Reno Hill, y organizar una defensa. El problema es que duda casi media hora hasta que toma una decisión, ante el monumental cabreo de sus jefes de compañía, que presionan con fuerza para ir en ayuda de Custer como la orden recibida reza. Uno de ellos, el capitán Thomas Wier, jefe de la compañía D, cansado de discutir con Benteen, se lanzará, primero con una docena de hombres y luego seguido espontáneamente por toda su compañía, a la ayuda de Custer. Pero será demasiado tarde, ya sobre las 17:20 horas, y deberá ser auxiliado por Benteen, media hora después para poder volver a Reno Hill.

El caos en Reno Hill...

El capitán Thomas Weird. Siempre consideró la actitud de Benteen como una traición...
Pero volvamos a esa media hora previa al desastre, entre las 16:30 y las 17:00 horas. Custer, coloca a sus fuerzas en una disposición claramente ofensiva, con el capitán Yates en su flanco izquierdo, y con el capitán Keogh en el derecho, llevando él mismo el centro. Cerca de las 17:00 horas, alcanzan a ver el vado norte, el lugar perfecto para envolver el poblado de forma rápida. Y en ese momento, Caballo Loco hace saltar la trampa. En cuestión de cinco minutos, las fuerzas de Yates quedan desorganizadas rompiéndose dicho flanco y retirándose con desorden sobre la retaguardia de Custer y el flanco derecho, el cual está recibiendo lo suyo. Las disposiciones de Custer quedan totalmente anuladas en otros cinco minutos más de feroz ataque, y sus fuerzas hacen lo que debe hacer una unidad de caballería ligera atrapada en una trampa: huir como sea. Sin embargo caballos y hombres están exhaustos después de días de marchas, incluso nocturnas, y los indios tienen a su favor una gran superioridad numérica y un terreno que dificulta la huida.


El capitán Miles Keogh.
El capitán George W. Yates.

Los supervivientes quedan rápidamente disgregados en varios grupos. Dos de ellos bajo el mando de Custer uno y del teniente James Calhoun (jefe de la compañía L, y cuñado de Custer) otro, lograrán tener cierta entidad, y organizar un desesperado intento de defensa, matando a sus inútiles caballos y usándolos como parapetos; táctica desesperada pero que funcionaba perfectamente…contra muchos menos indios. Serán las que se conocerán como las últimas resistencias en Calhoun Hill y la famosa Custer Hill. Los supervivientes de la primera serán aniquilados sobre las 17:20 – 17:25 horas. Los hombres de Custer sucumbirán sobre las 17:30 horas. Como vemos muy tarde ya para ser auxiliados por Weird. Yacen muertos 210 soldados y oficiales, la totalidad de los hombres de Custer, excepto los dos mensajeros y algunos exploradores Crow que habían abandonado la columna antes. Es la peor derrota del ejército ante los indios desde la de Fetterman.

El teniente James Calhoun.



Y aquí empiezan múltiples leyendas. ¿Todos muertos? ¿Seguro? Actualmente el campo de batalla es parte de la reserva Crow, y está considerado como parque nacional y protegido por las leyes al uso. Pasados los años, numerosas y bien planeadas expediciones arqueológicas han permitido una reconstrucción excelente de la batalla, aunque como es lógico, no completa. Y lo mejor, es que han permitido contrastar y validar muchos testimonios de indios que participaron en dicha batalla, y que fueron recogidos años después, y en especial el magnífico relato de un jefe Cheyenne, Caballo Rojo.

Custer Hill.


Una falsedad repetida: se dice que las lápidas es donde se encontraron los cadáveres de Custer Hill (la negra es la de George A. Custer), pero en realidad los cuerpos estaban más arriba, en terreno muy pedregoso, y se bajaron a lugar más blando para su sepelio. Ya no quedan restos allí, pues fueron retirados años más tarde. Custer, por ejemplo, está enterrado en West Point.

No sólo están las lápidas de los soldados, también los lugares donde indios notorios cayeron, están indicados. Se muestra al gran jefe Cheyenne Lame White Man, cuyas acciones contribuyeron en gran medida a la derrota de Custer. Le había jurado venganza eterna después de Washita, y el lugar donde la logró se cobró también su vida.

La arqueología ha permitido confirmar su narración de esa última media hora de las fuerzas de Custer. Asimismo, dicho jefe afirmaba que el ataque fue tan rápido y brutal que pudieron saquear gran número de municiones de carabina sin usar (lo que anula el mito de la influencia del defecto de los cartuchos del .45-70). Pero asevera también, que hubo soldados de Custer que lograron escapar a la masacre. Años después surgieron un gran número de personas que afirmaban haber sobrevivido al desastre de forma milagrosa. La investigación seria iría desmontando las burdas historias que defendían, excepto dos.

El único superviviente seguro del batallón de Custer: Comanche, la montura personal de Keogh.
 
La primera, en 1921, la de un anciano granjero de Dayton, en el estado de Washington, llamado Frank Finkel, que alegaba haberse alistado con nombre falso, y que daba detalles inquietantes del terreno y de los hechos, aunque también aportaba algunos errores. Y la segunda la del cabo John Foley, miembro de la compañía C, que parecía haber logrado evadir el cerco merced a un caballo bien veloz.

Frank Finkel.

Esta última posibilidad quedó desmontada gracias a la comprobación arqueológica de un testimonio de varios Lakotas. Un grupo de jóvenes guerreros (entre los que estaba Costilla de Tortuga) persiguieron a un soldado del 7º que estaba escapando del cerco. Estaban seguros que lo lograría, pues con sus ponies no lograban darle alcance, cuando súbitamente, bien por pánico o por haberse lesionado su caballo, el soldado sacó de improviso su revolver y se voló la tapa de los sesos. En aquellos años, entre los indios (no, como por desgracia, una década después) un suicidio semejante era un grandísimo tabú cultural, que además venía aparejado a poderosas maldiciones. De hecho, la tradición cuenta que los jóvenes guerreros que lo contemplaron, tuvieron vidas muy desgraciadas y con trágicos finales. El cadáver de John Foley, sería de los pocos que aparecerían intactos y sin saquear…

Lugar donde cayó Foley, y lo que llevaba encima y no encontraron los indios...la bandera de su compañia.

Son las 18:30 horas, y las fuerzas restantes de Reno y Benteen se aferran con desesperación al terreno en una colina olvidada. El capitán Benteen y uno de los tenientes de Reno, Thomas Henry French, se convertirán en los soportes de la resistencia de los restos del 7º de caballería. Sobrevivirán hasta la llegada de Terry el día 27 de junio. Los Sioux, considerando que arrasar esa posición tan sólida no les va a reportar nada de provecho y sí, muchas bajas inútiles, poco a poco, van abandonando el campo de batalla.

El explorador Crow Curly. Vió la batalla desde lejos, y fue el primero en informar de la suerte de Custer. La imaginación popular le convirtió en uno de los supervivientes de la batalla, hecho que siempre negó. Algunos pasajes de su vida inspiraron el personaje de Dustin Hoffmann en la película "Pequeño Gran Hombre".

Es la mayor de sus victorias, y muchos pasaran el resto del verano celebrándolo. Será su última victoria, y muchos sentirán que es el último verano que vivirán como hombres libres, disfrutando de su modo de vida tradicional.

Reno Hill resiste...

Muchas millas hacia el este, un viejo y respetado jefe Sioux, en su reserva, al oír días después las noticias de la debacle de Custer, llorará amargamente. Él conoce las grandes industrias y ciudades del este, él ha vencido antes a los poderosos Estados Unidos, él conoce de su gran potencial humano, y sabe, perfectamente, que los Sioux no serán perdonados jamás por su gran hazaña. Será un final de verano y un otoño muy amargo para el gran jefe Nube Roja.

Visión Sioux, años después, de la batalla.


1 comentario:

  1. Buen relato histórico. ¿Y qué pasó con los revólveres de Custer?. Serían una buena pieza de colección, vive Dios !

    ResponderEliminar