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viernes, 8 de marzo de 2013

AL SERVICIO DE SU MAJESTAD 3

CRUSADER

Hay entradas del blog que necesariamente se hacen más cortas, simplemente por el hecho que el tema a tratar, tampoco se dilató mucho en el tiempo, y éste es uno de sus ejemplos, el carro “cruiser” británico A15 Crusader.

Ya hemos visto en otra entrada anterior que el A15 fue una apuesta personal de Lord Nuffield ante los continuos y caóticos cambios del programa del A16. Y para 1938, no era un mal carro: veloz, decentemente blindado, y armado con uno de los mejores cañones antitanque de la época, el OQF 2 pdr.

Uno de los prototipos del Crusader
A los británicos les pasó un poco como a los alemanes con su Rheinmetall de 37 mm: pensaban que tenían el mejor cañón anticarro del mundo, pero éstos últimos, gracias a los T-26 capturados en España, se dieron cuenta que se había comenzado una evolución de los mismos, una carrera por conseguir armas mayores, con mejores características y más precisas; y que el proyectil de alto explosivo, como se diría ahora en el mundo de la moda, debía ser un “must be” en todo carro que se preciase. Los británicos lo aprenderían en plena derrota, con un sistema de desarrollo y fabricación desastroso, y muchos de sus hombres pagarían el precio supremo por ello.

El A15, era la evolución suprema del “cruiser” de los años 30, con una velocidad máxima de 42 km/h, una suspensión Christie reforzada, y un blindaje máximo de 30 mm en el casco y de casi 40 mm en la torreta (por ejemplo, el Panzer III de la época, tenía un blindaje menor en casco y torreta, y no era tan rápido). Pero como de costumbre, el desarrollo sería lento, y no entraría en servicio hasta comienzos de 1941.

La primera unidad que lo recibió fue el 6 RTR (Royal Tank Regiment), al que no se le daría mucho tiempo, pues rápidamente sería embarcado al Norte de África, en un intento de arreglar el desastre que la irrupción del Afrika Korps había causado entre los medios blindados británicos del teatro de operaciones, y en especial, tras la aniquilación de la 2ª división acorazada, y el cerco de Tobruk. En Inglaterra, el Crusader había sido bien recibido, y no era de extrañar, pues estaba mejor diseñado que el desastroso Covenanter, y no tenía los problemas de refrigeración que lastraban a este último.

Entraría en combate durante la operación Battleaxe, y tampoco harían mucho que digamos…en los primeros compases de la misma, caería en la típica maniobra de victoria aparente – persecución – que acaba en trampa. Lo que durante cientos de años ha realizado la caballería ligera, desde los númidas, pasando por los partos, el torna-fluye de la caballería del califato de Córdoba, los mongoles…el resultado, la práctica aniquilación del regimiento ante una pantalla de cañones PaK38 de 50 mm, y FlaK 18 de 88 mm que los cogieron de flanco. Si es que como dice el viejo axioma militar: “si tu ataque se desarrolla demasiado bien, está claro que vas de cabeza a una emboscada”.

Meses después, reparadas las pérdidas de junio de 1941, al 6º RTR, se le añadiría como unidad con Crusaders, la también novata 22ª Brigada Acorazada, que estaba integrada dentro de la 7ª división Acorazada, compartiendo unidad con otras equipadas con viejos A13, y los nuevos carros americanos, el M3 Stuart. Iban a participar en un nuevo intento de levantar el asedio de la ciudad – fortaleza de Tobruk, convertida ya en un símbolo político de primer orden por Sir Winston Churchill, en noviembre de 1941, lo que se conocería como la operación Crusader.

Ahí en gran número, el Crusader, demostraría su valía…o no.

El nuevo carro crucero británico sería temido, de menos a más, por tres estamentos bien diferentes. Por parte de los carristas alemanes, que pese al débil cañón principal, aprenderían que la rapidez del Crusader le permitía cerrar rápidamente distancias de combate, y su maniobrabilidad le daba ventaja en combate muy cercano. Sin embargo, los alemanes del Afrika Korps eran expertos en cooperación inter-armas, y rara vez se dejaban trabar en un combate semejante, y con frecuencia, atraían a los bisoños británicos a trampas como la de junio.

Los blindados italianos lo tenían peor…su mejor carro, el M13/40 era un desastre, lento, poco maniobrable, y con un blindaje insuficiente. Añadirle, que el giro de la torreta se hacía a manivela, y aunque es cierto que había un sistema que la movía a motor; éste era lento, funcionaba mal, y se averiaba con facilidad; por lo que los tripulantes italianos, desesperados, lo quitaban. Así por lo menos se ahorraban reparaciones y espacio de la torreta. Así que tocaba aguzar más el ingenio con los cañones anticarro y la artillería…

Los italianos quedaron muy impresionados con el Crusader, e intentaron "copiarlo" en su Carro Celere Sahariano. tres vistas del prototipo.


Pero en la cúspide de los que más temían al nuevo vehículo estaban los propios mecánicos británicos. En palabras de un veterano: “era imposible conducir más de 100 kilómetros sin que algo horrible le pasase al Crusader”. Requería más tiempo de mantenimiento por carro que ningún otro vehículo, y aunque era mejor carro de combate que el Stuart, éstos simplemente funcionaban, y no se averiaban una media de 6 carros por cada centenar de kilómetros. Simplemente, no se averiaban apenas.

La lista de defectos y fallos, era enorme. La bomba de agua se rompía con facilidad, las cadenas sufrían de excesivo desgaste, los ventiladores y las cadenas que los movían no estaban bien protegidos, por lo que la fina arena del desierto los averiaban con excesiva rapidez y los filtros de arena eran inadecuados. Había aún más: el motor Nuffield Liberty de 12 cilindros no estaba construido en un bloque, sino en varias partes, lo que ocasionaba que con la gran velocidad y traqueteo del Crusader, poco a poco, se fuese desajustando, siendo frecuentes las fugas de aceite y combustible.

motor Nuffield Liberty V12
A la tripulación no le iba mucho mejor. En Inglaterra, se había reportado que la pequeña torreta del ametrallador delantero era estrecha e incómodo, y no estaba bien ventilada. En el desierto, eso significaba que era imposible tripularla: al calor, se le añadía la deficiente ventilación de los gases que emanaban de la ametralladora Besa al dispararla, por lo que el tripulante, al poco de entrar en combate, se desmayaba dentro de su habitáculo.

Vista de la torreta delantera con tripulante. No parece muy cómoda...
Y mira que ya se conocían bien las excelentes cúpulas de observación de los panzer germanos… pero al Crusader se le puso un apaño vergonzoso, consistente en una gran escotilla para el jefe y el artillero, que se deslizaba hacia atrás. Al abrirla, y para proteger un poco de los elementos, y favorecer en algo la observación a cubierto del comandante, se levantaba unos centímetros a una posición intermedia que podía dejarse bloqueada, al menos en teoría. La realidad, es que con el más mínimo traqueteo, el mecanismo fallaba, cayendo a plomo a su posición inicial, propinando en el camino un sonoro coscorrón a todo jefe de Crusader que no se agachase a tiempo. Posteriormente, se le pondría una especie de toldo con un armazón más complicado de instalar que un mueble de Ikea, que mediante un cordón se plegaba si hacía falta. Huelga decir que lo hacía cuando le daba la gana, y se negaba a ello cuando se tiraba del cordón.

Crusader Mk I de maniobras. Se aprecia la gran escotilla de la torreta.
Añadirle que el cañón era ya insuficiente, el blindaje demasiado ligero y que para rematarlo se incendiaba nada más ser alcanzado. Y como en el caso del Sherman, la culpa se le echaba al motor de gasolina, cuando era (al igual que en el caso del Sherman) culpa del pésimo diseño del almacén de municiones. Para pedir, como poco, la hoja de reclamaciones…

Crusader averiado y abandonado. El destino de muchos A15...
Al final la Operación Crusader se saldaría con victoria británica, y la liberación de Tobruk, pero no por la aportación del carro de combate Crusader, sino más bien por los grandes errores del propio Rommel. En 1942, Rommel volvería a la ofensiva, tomando esta vez Tobruk, tras la magnífica batalla de Gazala, y en esos meses, lejos de resolverse, los problemas del Crusader irían a peor…

A los alemanes les valía todo...Crusader capturado. su código de Beutepanzer era Kreuzer Panzerkampfwagen Mk V 746(e)
Aquí, en España, lo de las comisiones de investigación parlamentaria ya nos las tomamos a chirigota, pero en el Reino Unido de aquellos años eran un asunto bien serio, y con severas consecuencias. Y a Lord Nuffield, por lo del Crusader, le cayó una encima. Si salía mal parado, podía ser un revés inmenso para su poderío económico e industrial, así que había que coger el toro por los cuernos e intentar solucionar el desaguisado.

Foto famosa de la guerra del desierto. Muchas de ellas, como ésta, estaban "dramatizadas", sólo hay que fijarse en el tren de rodaje del Panzer III para ver que ya había ardido previamente...


Piedad en la guerra. Médico alemán atiende a tripulante británico herido. También se discute sobre si es otra foto "dramatizada"
De entrada, mejorar la potencia de fuego, acelerando la introducción del cañón de 6 libras en el Crusader Mk III. Se le retiró (ya en muchos A15 Mk I y MKII operativos las habían suprimido) la pequeña torreta del frontal izquierdo, y debido al mayor tamaño del nuevo cañón, se suprimió un tripulante en torreta, teniendo el jefe de carro que hacerse cargo de las funciones del artillero. A su vez, motivó, que tuvieran que ser carros equipados con el viejo OQF de 2 libras, y tres tripulantes de torreta, los que usaran los mandos de las unidades dotados con el Crusader.

Crusader Mk III. Aparte del cañón de 6 libras, se aprecia que ya no hay torreta delantera y la nueva escotilla de la torreta, más práctica.
Respecto a la fiabilidad, el problema era más peliagudo. Tanto los ingenieros de la Nuffield, como los mecánicos de las unidades situadas en la patria aseguraban que era un carro mucho más fiable que otros; mientras que los del Norte de África bramaban contra esa basura, y pedían carros norteamericanos…para los siguientes envíos, se destacaron equipos de ingenieros y mecánicos de la propia fábrica, y además, para hacer un análisis exhaustivo, acompañarían los envíos desde las cadenas de montaje hasta su entrega en Egipto.
Y casi les da un ataque de apoplejía de lo que vieron. De entrada, y por alguna ignota razón, los obreros de los muelles, para cargarlos en los transportes, los conducían desde la terminal de ferrocarril hasta los barcos sin ponerles ni un litro de agua en los radiadores. En los barcos, y por su menor peso respecto a otras cargas, solían ir estibados en cubiertas y en las bodegas superiores, tapados con una miserable lona, o veces ni eso, por lo que estaban expuestos a los elementos y las dañinas rociadas del agua del mar. Es cierto que todos los carros crucero y ligeros se transportaban así, pero ahora había una gran diferencia. Antes los A9, A10 y A13, al llegar a Alejandría o El Cairo, pasaban por los talleres para revisarlos concienzudamente y solucionar los daños ocasionados en la travesía. Ahora simplemente, no había tiempo, y además esos mismos talleres estaban sobrecargados de trabajo, intentando devolver al combate un buen número de vehículos dañados.

Imprescindibles en la guerra acorazada: Crusader subiendo a su transportador.
Pero había algo aún peor. Nadie supo jamás quien había escrito el manual de reparaciones y mantenimiento del Crusader en el desierto. Pero los ingenieros de la Nuffield negaron toda relación con el mismo. Básicamente era una copia del usado en el A13, pero en un vehículo muy diferente. Obviaba puntos importantes de revisión, recalcando otros de menor importancia. Se realizaba así un esfuerzo extra inútil, y que consumía para nada el preciso tiempo de los mecánicos. Además, no daba pistas o informaba de signos de posibles averías graves, como por ejemplo la temible de la bomba de agua, por lo que cuando éstas se producían, dejaban inmovilizado al Crusader y no sólo con una pieza dañada.

No sólo hay que mantener a la máquina...Crusader MK II. Se observa que ya no tiene la torreta con la BESA.
Un manual nuevo, y mejoras en el transporte aseguraron que para las batallas de El Alamein, el Crusader fuese un vehículo mucho más fiable, y más útil gracias a su armamento mejorado. En la persecución de las fuerzas del Eje hasta Túnez, demostraría su valía, y de hecho las unidades de Crusader tendrían una tasa de disponibilidad mucho mejor que las equipadas con el Sherman. Pero ya era tarde, y la mala fama que tenía el blindado era imposible de quitar. Y más aún cuando esas unidades luchaban codo con codo con las equipadas con los Sherman I y II, que aunque más lento, estaba mejor blindado y armado, y además, disponía de un buen proyectil  de alto explosivo para su cañón. No era de extrañar, que cuando un mando de visita a una unidad equipada con el A15, preguntaba por las necesidades de los soldados, éstos siempre respondían que querían el carro norteamericano…

Sherman II. el deseo de muchos tripulantes del Crusader.
En Túnez, terreno más agreste y más favorable a una defensa estática, el Crusader encontró ya, definitivamente, su final. Ahí su escaso blindaje, su pésimo diseño (nunca rectificado) del almacenamiento de las municiones, y la falta de proyectiles de alto explosivo para sus cañones de 2 y 6 libras, lo condenaron definitivamente.

¡Persecución! Crusader MK III después de El Alamein.
No es de extrañar que fuesen muy solicitados los (escasísimos) modelos de Crusader Close Support (CS) armados con el howitzer de 3 pulgadas, que por lo menos, y pese a sus defectos (como el escaso alcance y la pequeña carga de explosivo) podían disparar proyectiles HE. Y para “mejorar” la tasa de disparo y el tiempo en combate, se les impuso un nuevo invento, pensado en principio para las unidades con Valentine: el Rotatrailer.

Crusader CS
El citado rotatrailer era un engendro remolcable de dos ruedas, teóricamente blindado, que transportaba algo de combustible y munición. Si ya en el lento Valentine daba quebraderos de cabeza, en el caballito desbocado que era el Crusader era una pesadilla. Con la velocidad y el pésimo terreno tunecino, botaba y rebotaba sin control, volcando con indeseable frecuencia; hecho que suponía un buen reguero de combustible desperdiciado, y un buen montón de proyectiles por el suelo. Un vuelco obligaba a parar, desenganchar el “invento”, ponerlo en su posición original, y recoger la munición desperdigada…y a todos los que en esta vida se nos ha caído una caja (¡o varias a la vez!) de cualquier tipo de munición, sabemos que la muy maldita rueda, y además rueda mucho; por lo que no debía ser muy agradable el “accidente” si estabas sometido al preciso fuego de contrabatería de las fuerzas italo – germanas. Al final sólo 17/21 de Lanceros (que formaba parte de la 6ª División acorazada, desplegada en Tunez a finales de 1942) los usaría en combate, no tardando en aparcarlos en el primer depósito disponible, olvidándolos allí para gran beneficio de algún chatarrero de postguerra.

El infame Rotatrailer. y es lo que parece: no llevaba suspensión alguna...
A principios de 1943, el Crusader como carro de combate, sería declarado obsoleto…no había llegado al año y medio de servicio en combate. Las unidades dotadas con él, por fin, cumplieron su deseo de Navidad, y recibieron el Sherman americano para la invasión de Sicilia. Sin embargo no fue el final definitivo del Crusader.

Crusaders del 17/21th de Lanceros en Túnez.
Su chasis fue aprovechado para vehículos de ingenieros, remolques de artillería pesada, y dos vehículos blindados AA, el AA Mk I, y el AA Mk II/III (con cañón bofors de 40 mm, y montajes múltiples de Oerlikons o Polstens de 20 mm, respectivamente). Todos ellos, en las operaciones de 1943 – 1945 dieron magníficos servicios, y además con una reputación de gran fiabilidad…el mejor testimonio de la gran labor de los equipos de ingenieros de la Nuffield Mechanization & Aero Limited.

Otros usos del Crusader: Crusader AA MK III

Crusader ARV

Crusader AA MK I con Bofors de 40 mm

Crusader Gun Tractor Mk I, con cañón anticarro de 17 libras.
¿Otros usuarios del Crusader? Pues sí…Americanos, argentinos, australianos, soviéticos y franceses libres. Pero veamos como fue la historia.

Los americanos, en los oscuros días de principios de 1942, recibieron varias unidades de Matildas, Valentines y Crusaders, con la idea de copiar el diseño y fabricarlos allí, si caían las industrias de guerra británicas. Los examinaron, sonrieron, sacudieron la cabeza, y con tacto les dijeron a sus primos ingleses que mojor fabricaban los Lee/Grant y Shermans en masa, y les pasaban buena parte de la producción para sus unidades (de hecho los primeros Sherman en el Norte de África salieron directamente de los que dotaban la US 1st Armored Division).

Los rusos recibieron cinco, vía Persia, por la misma época. Los soviéticos los examinaron, vieron que lisa y llanamente les ofrecían lo mismo que la serie BT que estaban sustituyendo por el T-34, dieron un banquete, brindaron con mucho vodka, rieron estruendosamente, y les pidieron que no volvieran a enviarles un solo Crusader.

Los australianos recibieron uno para ayudarles y darles ideas para fabricar su carro autóctono, el Sentinel. Por lo menos vieron lo que no tenían que hacer…

Los franceses libres no fueron tan amables…sus primeras unidades blindadas en el Norte de África, recibieron los Crusader británicos sobrantes de unidades que estaban siendo re-equipadas con los Shermans. No dieron ni banquetes ni sonrieron: los aparcaron, removieron toda África colonial francesa buscando Somuas S-35 y piezas de repuesto de los mismos, y dieron toda la lata posible a los americanos hasta ser equipados con  M4 Shermans y cazacarros M10.

El último usuario sería la Argentina de Postguerra. Recibieron varios tractores de artillería, y la incipiente industria pesada (por aquel entonces buscando experiencia para fabricar su carro medio autóctono, el Nahuel), transformaría por lo menos dieciséis de ellos en piezas autopropulsadas, diez con el cañón Schneider de 105 mm y otros seis con el más ligero de 75 mm. Estarían en servicio hasta los años 60, siendo retirados, y por desgracia desguazados todos, no quedando uno sólo, siquiera como pieza de museo o “guarda de puertas” en los jardines de alguna unidad.
Crusaders argentinos, con Schneiders de 105 mm. Leer sobre la historia de la industria militar argentina es ir de gran en gran sorpresa...
 
Al igual que el Covenanter, el Crusader nacería lastrado por una pésima concepción inicial, que le impediría mantenerse a la par de la notable carrera de blindajes y potencia de fuego de aquellos años, y quedaría muy tocado por varios meses de muy mal mantenimiento y transporte. Sin embargo, al igual que el citado Covenanter, quizás sería uno de los carros más bonitos fabricados durante la guerra, y que siempre tendrá un rinconcito en la memoria de todos aquellos que de chavales devorábamos los clásicos hazañas Bélicas.


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