Confieso
que cuando tienes un blog pasas por
periodos de gran vagancia a la hora de escribir, periodos que debes sacudirte
lo antes posible si no quieres que los proyectos se te acumulen, o peor aún,
que queden dormidos, olvidados en ese gran cajón de la memoria que todos
tenemos, y etiquetamos como tareas pendientes.
Y
la mejor manera, es con un tema ligero y entretenido. Así que va uno de
curiosidades sobre los archifamosos y conocidos panzers
alemanes. ¿Conocidos? Bueno, puede que os sepáis muchas de estas anécdotas,
pero alguna, seguro que os sorprende…
PANZER
I
Como
diría César Vidal, corría el año 1936, en sus últimos meses, y en nuestra
contienda civil, el bando nacional se encontraba profundamente preocupado. La
URSS había suministrado a la República uno de los mejores carros de combate de
la época: el T-26B, con buen blindaje, movilidad y un temible cañón de 45 mm. Ante eso, las “latas de sardinas”
italianas, el CV-33; y el Panzer I
“negrillo” germano, sólo podían oponer sus ametralladores gemelas de calibre de
fusil…se precisaba algo más contundente.
A
principios del verano de 1937 surgió la idea de armar el panzer I con un cañón antiaéreo Breda de 20 mm,
que disparase proyectiles AP. El proyecto fue, casi en exclusiva, español, pues
los germanos, que tenían en la parrilla de salida ya los Panzer II y III como que pasaban un poco del
tema. Así que nos pusimos manos a la obra, con esa genial mezcla de chapucilla
e inventiva que tan buenos resultados nos da a los españoles, desde nuestro
hogar, hasta en nuestros momentos históricos.
De
entrada, hubo que subir la altura de la torreta con un añadido, que parecía que
le habían puesto uno de esos sombreros Cantonier
que popularizaría el genial Maurice Chevalier; pero para que entrara el cañón de 2 cm, se retiró gran parte del mantelete blindado
de la torreta, y peor aún, para la puntería, se mantuvo el visor original del
arma, lo que obligaba a abrir un incómodo ventanuco en el frontal de la
torreta, que exponía al tirador al fuego de cualquier arma ligera de
infantería. Von Thoma según lo vio, sugirió, de forma muy
brusca, que tripulasen primero ese Panzer
los propios diseñadores, y que luego ya veríamos…así que se buscó la forma de
importar y colocar cristal antibala en dicha abertura, lo que pese a petición a
los alemanes, nunca se logró. Al final
sólo se construyó en un número exiguo (y aquí, hay discrepancias, pues ciertos
autores señalaron un número cercano a nueve, pero el capitán Félix Verdeja,
sólo recoge, en sus escritos, que se modificaron tres), que nunca llegaron a
enfrentarse a un T-26B.
El
problema se resolvió gracias a la propia República: entre los carros T-26 que
perdían, rápidamente recuperados y puestos en uso si se podía por los
nacionales, y los repuestos que se capturaban a los mercantes apresados por la
activa marina nacional, dicha conversión resultó ser innecesaria.
PANZER
II
Años
después de la guerra, Guderian comentaría
que siempre se sorprendió de los grandes éxitos que se lograron los dos
primeros años, cuando los carros más numerosos de la Panzerwaffe eran vehículos pensados para
entrenamiento, como era el caso del Panzer
I y el II.
Éste
último recibiría multitud de usos muy diversos a lo largo de la guerra. Y era
curioso, pues pensado como vehículo de reconocimiento, su velocidad máxima y
movilidad eran más bien escasa si se
compara con vehículos similares.
Por
ejemplo, fue muy usado en baterías antitanque Flak
de 88 mm en el norte de África, como
vehículo de protección cercana, y en muchas unidades Panzer, era asignado a los médicos de la
unidad, reteniendo el armamento, pero cambiando parte de la munición por
suministros sanitarios.
La
tripulación era de tres: conductor, artillero – jefe y operador de radio. Los
conductores pronto descubrieron que su ranura de visión era bien vulnerable a
muchas armas, por lo que cogieron la costumbre (luego copiada en la cadena de
montaje) de soldar un visor falso al otro lado, con la esperanza de poder así
recibir menos disparos en el suyo propio. Pero el operador de radio, lo tenía
fatal…se sentaba a los pies de la torreta, al lado izquierdo, y en teoría tenía
una escotilla propia que daba hacia atrás, hacia el motor. Pero en esa
escotilla, para aprovechar el espacio, también había un radiador, lo que hacía
que esta pesase un quintal, fuese muy complicado levantarla, por lo que
se usaba normalmente la escotilla superior de la torreta. El puesto en el
frente del este, por calentito, era bien codiciado, cosa que como se puede uno
imaginar resultaba ser una tortura si estabas en el “Afrika Korps”.
PANZER
III
Las
primeras series tienen una curiosidad poco conocida: tenían más escotillas de
escape que tripulantes. A saber: dos en el frontal, dos en los laterales del
casco, dos laterales en la torreta, una superior para el jefe de carro, y otra
inferior en el suelo del mismo. En total, ocho para cinco tripulantes…pero no
todo es oro lo que reluce.
Había
dos en el frontal, para el conductor y el operador de radio, que dejaban ver
sus piernas si estaban abiertas, así que usarlas requería una flexibilidad y técnicas
de contorsionista cirquense. Las dos
laterales, del casco y la torreta, eran muy estrechas, lo que obligaba a tener
la talla de Kate Moss si querías salir con presteza en una
emergencia, y la del suelo del carro, requería mucha fuerza para levantarla. Al
final, por complejidad, y también porque una escotilla siempre es un punto más
débil en un blindaje, se irían eliminando parte de ellas.
Sólo
un apunte más: sería uno de los primeros carros con torreta de tres
tripulantes, liberando al jefe de carro de cargar o disparar el cañón. Y ahí
estaría gran parte del éxito de los panzers
alemanes en los primeros años.
Una
anécdota poco conocida es que antes de la operación Barbarroja, el Panzer
III estuvo a punto de acabar con la producción…¡del
T-34 ruso! Mediante el pacto de No – Agresión germano soviético, los alemanes
proporcionaron antes del verano de 1941, diverso material bélico a los rusos,
como gesto de buena voluntad. Así varios Panzer III con el nuevo cañón de 50 acabaron en pruebas contra el T-34 modelo 1940.
Mikhail Khoskin,
su diseñador, tenía un gran número de personajes envidiosos de su éxito y del
revolucionario diseño que presentaba. Además, había un gran número de intereses
para no fabricar el T-34, bien dando más prioridad a los KV o mejorando la ya
probada línea del T-26 y los BT, mediante programas como el del T-46. En unas
pruebas conjuntas, T-34 y Panzer III
realizadas en 1940, una comisión “independiente” de mandos militares desplazada
al efecto, informó al Kremlin; que en la comparativa entre el alemán y el nuevo
diseño ruso…ganaba el alemán, al estar “mejor construido, más potente, mejor
blindado (increíble pero cierto) y con un armamento principal mucho más
preciso”. Por suerte para los rusos, fue un informe al que dadas las firmas que
lo remataban, no se le prestó ninguna atención.
PANZER
IV
Va
una anécdota poco conocida, con la última variante fabricada el Panzer IVJ. Se buscaba que fuese de fabricación
lo más sencilla posible, y además que se adaptase al nuevo tipo de guerra
defensiva que libraba la Alemania nazi al final del conflicto.
¡Y
vaya que si lo simplificaron! Los portillos para las pistolas, eliminados de la
torreta. No había tubos de escape como tal, sino que eran dos simples tubos con
supresores sencillos de llamaradas, las cubiertas del motor y radiadores,
simplificadas. Y lo que más odiaron los tripulantes, el sistema de giro
asistido por motor de la torreta…eliminado, lo que obligaba a moverla a
manivela, a mano. El giro era bien lento, pero te ponías unos brazos de Stallone que debían ser la envidia de otros. El
espacio dejado por ese motorcillo, fue aprovechado para colocar un depósito
extra de combustible. Y era una adición bien necesaria, que incrementaba su
alcance hasta los 320 Km. Teóricos, lo cual era bien de agradecer, pues debido
a la escasez de combustible, los panzers
ya en 1944, raramente eran transportados en camiones, sino embarcados en
ferrocarril y de ahí circulaban por sus medios al frente (lo que a su vez
desgastaba más el vehículo y ocasionaba más averías).
JAGDPANTHER
No
me olvido del Panther, pero las anécdotas
de ese, ya se contarán en otro post, si éste gusta. Pero no me resisto a contar
una bien curiosa de su versión caza-carros: el Jagdpanther.
Sólo
se construyeron 392, de forma casi artesanal, a la británica que diríamos en
otro post. Pero causaron un impacto descomunal en el campo de batalla, y
convirtieron su nombre en sinónimo de terror entre las tripulaciones aliadas, e
inmortal entre los aficionados del mundo entero durante décadas…bueno del mundo
entero, no. Había una excepción: Japón.
Allí,
durante mucho tiempo, fue conocido como el Jagdpanzer
V Rommel. ¿Rommel? Si no tuvo nada que ver diréis…y cierto
es, pero el nombre tiene un misterio y una explicación.
Cuando
los japoneses, al final de la guerra recibieron gran cantidad de documentación
técnica de panzers alemanes, un ignoto
traductor japonés, con notable sentido, no sé si del humor o de la inventiva, o
de ambas, tradujo al japonés, con ese nombre, dicha documentación.
Cuando
a finales de los 50 y principios de los 60, en Japón hubo un boom enorme de afición por el modalismo y
construcción de maquetas, la popular casa Tamiya,
lanzó sus primeros kits en plástico. El
primero sería el del Panther, que haría
furor por su detalle y bajo precio seguido del de los Panzer II…y el Jagdpanther,
con la denominación japonesa de “Cazacarros
Rommel”. Fue un gran éxito de ventas, que
popularizaría durante muchos años ese nombre en el país del sol naciente.
TIGER
No
es necesario decir que el famosísimo Tiger
I fabricado por Henschel tiene un gran
número de conocidas anécdotas, pero mucho más desconocido es su competidor, el
modelo diseñado por Porsche, y que sería
conocido como el VK4501(P) o más popularmente como Tiger P.
Arrancó
del diseño de un nuevo medio, el VK3001(P)
o Leopard, como era llamado en la
casa, con la intención de casar el excelente cañón de 88 mm con un carro de combate. Tras la conferencia
de 26 de marzo de 1941, tanto a Porsche
como a Henschel, se les encargó la
fabricación de un nuevo carro pesado, armado con el cañón 88 mm KwK
L/56, y que debía estar listo para el verano de 1942. Sería el inicio del
programa Tiger.
Ahora,
aquí, entre nosotros. Si hubiese una lista de industriales “pelotas” del tercer
Reich, Ferdinand
Porsche, estaría en el aventajado grupo
de cabeza. La intención que tuvo, y presionó para ella, fue presentar su modelo
el 20 de abril de 1942, a tiempo para el cumpleaños del Führer. Henschel,
enterado de la jugada, haría lo mismo, con lo que ambos vehículos se presentaron
en Rastenburg a la vez.
VK4501 (P) en pruebas. |
Por
aquel entonces se consideraba que las transmisiones mecánicas disponibles eran
demasiado frágiles para carros que superasen las 40 toneladas de peso, por lo
que se decidió usar en el proyecto una eléctrica. Los alemanes, habían estudiado
con mucho cuidado las transmisiones Naeder
de los Char B1bis franceses capturados.
Esa transmisión, además, estaba pensada para que fuese el conductor el que
apuntase y disparase el howitzer de 75 mm que tenía a su derecha, en el casco, y fue
fuente de problemas sin fin.
La
disposición de la planta motriz se las traía. Maybach,
pese a lo prometido, fue incapaz de suministrar un motor lo suficientemente
potente, así que antes de la prueba (¡y tan antes, que se terminaron de montar
el día previo en el prototipo!), se resideñó
a gran velocidad el carro para montar dos motores Maybach de gasolina, modelo HL120TRM con 600
CV, que movían dos generadores eléctricos, y que suministraban potencia tanto a
las cadenas como al giro de la torre y movimiento del cañón. Los americanos
tienen un refrán para estas cosas: when
things go
complicated, things go
wrong. Y no podían ir peor…
De
entrada los 11 km desde Rastenburg al campo de pruebas fueron un calvario
para los tripulantes del Tiger P, con
constantes averías, bochorno sólo aliviado porque le pasaba lo mismo al
prototipo de Henschel. Pero resultaba que
el de Porsche no llevaba torreta, sino
sólo un contrapeso que la simulaba. Tras el diseño de la misma, se comprobó, al
fabricar el prototipo que las medidas eran erróneas, y que no había manera de
que alcanzase el cañón unos grados de depresión decentes, al chocar los
cilindros de recuperación y parte de la culata con el techo de la misma…
El Tiger de Porsche |
Tras
hacerle una “chapucilla” consistente en colocarle un añadido en el medio del
techo que permitiese el movimiento, se reiniciaron las pruebas…que fueron otro
desastre. La torreta, muy adelantada, sobrecargaba la transmisión delantera, el
complicado sistema eléctrico ardía a la mínima, debido al voltaje y
amperaje precisos para dar energía a tantas cosas, y para desesperación de los
ingenieros, cada vez que movía el carro, por un fallo inexplicable, el cañón se
bajaba hasta su depresión mínima, y le costaba tiempo recuperar la posición
inicial. Una comisión independiente detectó, en suma, hasta 205 fallos
importantes que debían pulirse en el prototipo. Y mientras, el trabajo de Henschel, avanzaba con paso firme.
Al
final se fabricaron unos cinco, en Nibelungenwerke,
gracias a partes suministradas por Krupp
(otro gran pelota). De ellos, se sabe, que
al final uno, con el nº de chasis 150013 serviría en el frente del este, en el
verano de 1944, como carro de mando en el PzJg
Abt 653, equipado con cazacarros Elefant.
El Tiger P del Pz Jg Abt 653, 1944. Tomada de la genial web www.achtungpanzer.com |
El
proyecto estuvo a punto de ser salvado, gracias a dos hechos: que se quería
enviar varios batallones de Tiger al
norte de África, y que el modelo de Henschel
tenía serios problemas de refrigeración en su motor, algo en lo que, mira que
es casualidad, no tenía fallo alguno el Tiger
P. Al final, conseguiría que se fabricasen 90 chasis en la mencionada Nibelungenwerke de Austria, con piezas de Krupp; que serían el embrión del Panzerjäger Ferdinand
(luego Elepahnt).
Panzerjäger Ferdinand. |
Pero
Porsche no era de esos que se daban
fácilmente por vencidos. Pronto surgió la necesidad de tener un carro de
combate pesado que montase el excelente cañón 88 mm KwK
L/71, que era demasiado para el chasis del Tiger
I de Henschel. Y aquí, el afamado doctor
pensó que tenía ventaja…al fin y al cabo, su cazacarros
Ferdinand, montado sobre el chasis de su VK4501(P) ya montaba ese cañón en 1943.
De
entrada empezó la casa por el tejado (seguramente escarmentado) y se diseñó a
toda prisa la torreta. Para empezar, y a fin de ahorrar, el frontal llevaba
menos blindaje del pedido, y además, su forma redondeada tenía el peligro de
rebotes de proyectiles al delgado techo del compartimiento de conducción del
carro. A tal fin, diseñó dos propuestas de su carro pesado, el VK4502(p) Ausf
A con la torreta muy adelantada (tanto que las escotillas de escape del
conductor y radio-operador eran inexistentes y tenían que salir y entrar por
las de la torreta) y el VK4502(p) Ausf B,
con una moderna disposición de motor adelantado y torreta atrasada, al estilo
que luego haría popular el israelí Merkava.
Y más aún, convenció a Krupp, para que le
fabricase unas 50 torretas…
Visión artística del VK4502(p) Ausf A... |
y del VK4502 (p) Ausf B |
Existe
una historia apócrifa que afirma que Porsche mostró una maqueta del modelo B al
propio Hitler, y que éste, extasiado, le
dijo que era un carro muy bonito y que debía iniciarse la fabricación de
inmediato ¿usaría tal hecho para lograr que le fabricasen las torretas en
Austria? Posiblemente nunca se sepa, pero lo que si que es cierto es que el que
sería el Königstiger, sería fabricado por
Henschel, y que los cincuenta primeros
llevarían esas torretas.
Y
por cierto, una curiosidad con el nombre de Königstiger…los
americanos lo traducirían, estilo Google,
como King Tiger,
y los británicos como Royal Tiger. En
alemán, con ese término es como se denomina al Tigre de bengala, y de hecho los
británicos al principio lo tradujeron como royal bengal tiger,
para usar, luego el más sencillo de Royal Tiger.
PANZERKAMPFWAGEN
747(r)
Con
este pomposo nombre es como era conocido el inmortal carro T-34 ruso cuando era
utilizado por los propios alemanes. Y es que bien curioso es saber, que después
de los propios soviéticos, la nacionalidad que más usó el T-34 eran sus
enemigos germanos. No creáis a cualquier autor que cense, de forma muy certera,
el número de los mismos capturados y usados por los alemanes. Saber ese número,
simplemente, es imposible. Debido a las directrices del OKH (Oberkommando Des Heeres) de entrega del material capturado
al alto mando, muchas unidades que ponían en funcionamiento varios T-34,
simplemente o no los declaraban o los “camuflaban” en los estadillos de las
unidades como material alemán.
Y
mira que usar la mayoría de las versiones del T-34 debía ser complicado para
los alemanes…con su torreta de dos plazas, su ausencia de radio en la mayoría,
sus escotillas o simplemente el hecho de que la mayoría de las municiones iban
en simples cajas, en el suelo de la torreta, cubiertas por una sencilla
esterilla de goma.
Uno
de los modelos más capturados fue el T-34/76c. Apareció a mediados de 1942, y
en mayor número a principios de 1943. Los alemanes, que algo habían olido de un
nuevo modelo basado en el T-34, de forma errónea, al principio lo denominaron
como “T-43”. Si ya era sencillo fabricar el modelo de 1941, éste, era aún más
rápido y económico. Los soviéticos, habían realizado una curiosa estadística en
la que habían concluido que un T-34 (y su tripulación) solían aguantar en
combate, por término medio, una semana. Así que tocaba fabricarlos aún más
espartanos y simples.
Entre
los aficionados a las armas corre un chascarrillo: ¿cuál es la mejor forma de
reparar un rifle Mosin Nagant? Respuesta: ¡no se reparan! Se compra
otro, es bien barato y ¡hay millones esperando ser “adoptados”! No hablo el
ruso, pero siempre he estado bien seguro que para un ruso fabricar algo
“sencillo”, siempre implica fabricarlo robusto…y los alemanes quedaron
impresionados por la fiabilidad del nuevo modelo de T-34. Así que rápidamente
lo adaptaron a su uso, mediante el añadido de cúpula para el comandante,
radios, sistemas de almacenamiento externo al estilo de sus panzer, y un largo etcétera de modificaciones. Incluso, llegaron como el caso
de la Das Reich en Jarkov, en 1943, a poner de nuevo en marcha una
pequeña línea de montaje del carro.
Entre
los soldados alemanes, el citado T-34/76c tenía un curioso sobrenombre: Mickey Mouse. Se le había dado por la curiosa
apariencia de la pequeña torreta biplaza al tener abiertas, hacia delante, las
dos nuevas escotillas redondas. Y esas escotillas en su captura causaron un
problema curioso.
La razón del apodo de "mickey mouse" |
Para
abrirlas no tenían asa, sino que había un sistema ingenioso de apertura con un
muelle, que se accionaba pisando una pestaña en uno de los laterales de cada
escotilla. Se abría así un poco, dejando una rendija para meter la mano y
abrirla completamente. Según muchos veteranos alemanes que lo tripularon, mas que
pisar, había que propinarle un (o varios) severo pistón al dichoso mecanismo
para que funcionase de forma correcta. Aunque los tripulantes rusos
manifestaron que era una cuestión, más de maña que de fuerza…
Para
cerrarla por dentro, no había pestillo ni
nada parecido…en cada escotilla había una apertura para una llave, que se
proporcionaba a cada tripulante, y se le instruía para que la llevase colgada
al cuello siempre, que mediante una vuelta, accionaba el mecanismo de cierre.
Lógicamente,
con los T-34 capturados había ese problema, lo que llevó a que algunos
tripulantes germanos, muy emprendedores, se hiciesen llaves con sacacorchos; o
si había tiempo, el taller le instalase algún sistema casero de manejo más
rápido y menos complicado. En cuanto a los rusos, normalmente, dejaban sin
cerrar esas escotillas: se perdía un tiempo precioso, si el carro era alcanzado
en meter la llave de marrás en la
cerradura y abrir la escotilla.
JAGDTIGER
Si
hay un vehículo blindado que ha aunado la megalomanía, con la potencia de
fuego, junto a la desesperación de la derrota inminente y su escasa utilidad,
sería este cazacarros germano.
Un
intento desesperado de casar, como fuese, el
potente cañón anticarro de PaK 44
de 128 mm con un chasis muy blindado. Y
para eso usaron el casco del Tiger II,
con su mismo motor, y como unas 10 toneladas extras, para un motor y una
transmisión que ya eran bien escasas.
La
construcción del mismo, se las traía. Los alemanes, en la mayoría de sus
blindados construían primero la parte inferior del casco, con la suspensión y
el tren de rodaje, para luego, instalar la superestructura (construida aparte),
mediante potentes grúas, y soldar el conjunto. Había funcionado bien hasta
entonces, pero en el caso del Jagdtiger,
el peso era tan brutal, que no había una sola grúa que pudiese manejarlo, así
que se tuvo que fabricar de forma artesanal.
Para
aprovechar el descomunal alcance y precisión del cañón de 128 mm, se añadió un telémetro estereoscópico a la
mira. Para que funcione correctamente, es imprescindible una colimación
perfecta del mismo con el extremo distal del cañón, y si éste es largo, es
preciso algún sistema de estabilización del mismo que evite la necesidad de
estar reglándolo cada poco. El 128 mm del
Jagtiger tenía unos 55 calibres, es decir
unos buenos 7 metros de cañón, y para abaratar producción no se había previsto
un sistema de bloqueo. Se agravaba por el hecho de que no había transportadores
que pudieran con el peso del blindado (daba igual, tampoco había combustible
para los mismos), por lo que tras bajar
del ferrocarril, se tenían que desplazar por sus propios medios, sufriendo así
las vibraciones de la marcha. (La marcha por carretera era toda una aventura
comparable al traslado de grandes cargas industriales hoy en día, pues muchos
puentes y carreteras no aguantaban su descomunal peso ni tamaño. Como anécdota
mencionar que una de las condecoraciones que recibieron los mandos del 653 Pzjg Abt,
fue por conseguir un desplazamiento de 90 km
en un solo día…¡lo que hacía una unidad de
M36 Jackson americanos para ir a comprar
el pan, como quien dice!).
La
solución adoptada fue típicamente…española. Simplemente, se le puso una
horquilla que durante el transporte sujetase la caña de la pieza, y se instruyó
a los tripulantes, para no ser retirada hasta justo antes de entrar el combate.
El problema, es que nadie dispuso un sistema o dispositivo que permitiese
desengancharla desde dentro del vehículo, lo que en varias ocasiones
llevó a que dos tripulantes tuvieran que salir del mismo, en pleno combate a
desengancharla.
Jagdtiger, y la horquilla del cañón ¿chapuza o genialidad? |
Quizás
una de las anécdotas más curiosas y desconocidas sobre el Jagdtiger tuvo lugar después de la guerra, y
protagonizada por los restos de uno de ellos (perteneciente al PzJg Abt
653, y de numeral 110) y miembros de una unidad de ingenieros norteamericana.
Encargados
de retirar los restos de un Jagdtiger
destruido por un bazooka en Eppingen
(otras fuentes lo atribuyen a un Sherman M4A3), se presentaron con el
equipamiento de grúas y tractores estándar…equipamiento que bastó con un
intento de arrastre del pesado blindado para averiarse. Días después, volvieron
con más grúas. Esfuerzo baldío…pues también se averiaron. Retornaron a la
semana siguiente, con la idea de usar hasta cuatro cabezas tractoras para
moverlo. Para entonces, en la localidad alemana y en las adyacentes la historia
era bien conocida, y un nutrido público se congregó para ver los esfuerzos de
los ingenieros. Nuevo desastre, para gran jolgorio de los nativos del lugar.
Llegado
estos momentos, el affaire ya era conocido oficiosamente como “la batalla de Eppingen”,
y estaba ocasionando una notable molestia en el cuerpo de ingenieros de los
USA. Volvieron a la carga, con tres de las cabezas tractoras más potentes que
había en Alemania, que para colmo eran británicas y tuvieron que pedir
prestadas…para gran regocijo de los alemanes presentes, éstas también se
averiaron…
"La batalla de Eppingen", en pleno apogeo... |
Al
final, picados en su amor propio, simplemente, decidieron tirar de soplete,
cortar las planchas de blindaje una por una y retirarlo despiezado. Tardaron
dos semanas… y lo mejor al final, el PzJg
Abt 653, en Eppingen no había perdido un
Jagdtiger, sino dos.
Por
hoy, suficientes anécdotas, ya. Otro día, si gustan, más…
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