Efectivamente,
un gran tesoro que tenía y nuevamente ha sido hallado. Mis viejos libros de la
editorial San Martín.
Fueron
mis primeros libros de historia militar, y donde enterré numerosas propinas de
chaval y dinero que te daban por los cumpleaños. Y fuente de múltiples riñas
por mis padres en casa, por gastar mi dinero en bobadas como estos libros, y la
premonición de que iba a “acabar como Don Quijote”. Nada que os resulte extraño
a ninguno, vamos…
Y
he aquí, que olvidados y perdidos en mi vida, fue mi madre, quien con primor,
los recogió con cuidado en una caja de cartón que embaló y colocó en un
trastero. Caja, ahora, felizmente recuperada.
Abrirla,
fue volver a vivir un gran número de sentimientos, felices la inmensa mayoría,
tristes alguno. El peor de ellos, la última vez que fui a la librería San
Martín, en la puerta del Sol…y me la encontré en ruinas, con obreros tirando
tabiques, y sacando montones de sus libros: San Martín, Ospreys, Concord…y
tirándolos a un contenedor cercano. Pregunté si podía coger alguno, y la
respuesta fue: “pilla los que quieras,
chaval”. De una carrera fui a la calle Mayor, donde me hice con una buena
mochila, que llené seguidamente de todos los libros que pude cargar en ella.
Fue un botín muy triste…me sentí como un soldado vándalo de Genserico, en el último día del saqueo de Roma
en el 455, rebuscando en la última casa, y hallando un buen tesoro, pero con la
agridulce sensación de que era el último, que significaba la caída de algo
importante, y que los días de gloria y grandeza no se repetirían más…
Y
ahí estaban todos: el de Stalingrado, el
del Día –D, T-34 Blindado ruso, División Panzer,
la guerra de invierno, los tigres voladores, cero un caza famoso…todos ellos.
Es increíble como unos pequeños libros pueden hacer que vuelvas a recuperar
tantos recuerdos…
El primero de todos... |
Yo también recuerdo esos días aciagos, porque siempre me detenía de niño a ver su escaparate.
ResponderEliminarParece mentira que el propio Ayuntamiento de Madrid, tan preocupado y esforzado en otras estupideces, no hiciera nada para impedir la destrucción de este patrimonio cultural.
Yo también conservo como oro en paño los libros de San Martín.