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sábado, 1 de diciembre de 2012

AL SERVICIO DE SU MAJESTAD 1: curiosidades de carros británicos de la II GM


Cuando empiezas a leer sobre historia militar en su versión de guerra acorazada, es inevitable sentirse fascinado por la tecnología de los Panzer alemanes de la Segunda Guerra Mundial, su desarrollo y sus hazañas. Pero la cara amarga de la moneda, viene, cuando pasado el tiempo, descubres que la inmensa mayoría de las editoriales y textos no paran de darle la vuelta siempre a lo mismo, repitiéndose y copiándose sin atisbo alguno de vergüenza, como si no hubiese nada interesante en el desarrollo de otros modelos de otros contendientes.

Con esto inauguro una serie, de pequeños post, más ágiles, en los que intentaré desvelaros hechos poco conocidos y numerosas curiosidades de la fascinante historia de los carros de combate británicos de la segunda guerra mundial. Pero no gastemos más el teclado, y comencemos.

MATILDA.

Más bien deberíamos hablar en plural, pues serían dos modelos, el A11 y el A12 los que recibirían ese nombre. El origen del mismo, es desconocido, y se han postulado numerosas teorías acerca del mismo, desde que era una amante del general Hugh Elles (otra versión dice que se le ocurrió al ver el aspecto del prototipo), creador del dañino concepto de infantry tank, hasta que simplemente fue un código elegido por un oscuro empleado de la Vickers para el proyecto.

Gen. Hugh Elles.


El A11 fue concebido como un carro de infantería barato. La gran depresión de 1929 había hecho estragos con los presupuestos de defensa (bueno, con todos los presupuestos), y en 1935 se quería un carro de combate moderno (me aguanto la risa), pero con dos premisas: barato y ya mismo. Y para eso se fueron a lo que eran la mezcla de KIA y Hyundai de la época: Carden Lloyd y Vickers Ltd. Los primeros eran famosos por su serie de minitanquetas de dos tripulantes: baratas, ágiles, sencillas y con el blindaje y armamento suficiente para lo que se precisaba en la época, que era el servicio en las colonias. Vickers, por su parte había fabricado en carros el equivalente al VW escarabajo: el Vickers Six Ton. Buena velocidad, buen blindaje (para la época), suspensión adecuada, y una torreta giratoria con un bonito y funcional cañón de 37 mm, o la opción de dos torretas gemelas con un MG cada una. Se vendió como los churros, y sirvió para el desarrollo de blindados en muchos países…menos en el suyo, en el que fue considerado como NO adecuado (al final, se incautarían algunos en 1939, y se usaron sólo en entrenamientos)…asnos…

Tanqueta Carden Lloyd...el vehículo urbano ideal, mejor que el Smart.


Vickers Six Ton.

Así que se pusieron a diseñar y fabricar un carro con un blindaje masivo, y una ridícula torreta con una MG Vickers del .303 (la misma que la de la infantería), con provisión del modelo del calibre 50. El motor era el Ford V8, la torreta, la caja de cambios y la suspensión estaban tomadas del Six Ton, con pocos cambios. La fabricación se inició ya a principios de 1937, y en total, hasta septiembre de 1940 se realizarían unas 140 unidades (no cambiaría mucho los procesos caóticos y artesanales de fabricación de carros británicos durante la guerra).

Matilda A11.


Sólo decir dos cosas más del mismo: su blindaje resistía perfectamente el PaK36 alemán de 37 mm, fue el carro más numeroso (58 unidades por 16 del Matilda II, distribuidos entre el 4th y el 7th RTR) en el famoso contraataque de Arras, protagonizado por la 1st Army Tank Brigade en mayo de 1940 (Por cierto, ¿os habéis fijado que en casi todos los textos se olvidan de la participación en la batalla del 3eme DLM francesa, con cerca de 60 carros Somuas S-35?). La mayoría se quedaron atrás en Francia, tras la retirada, y los alemanes tras probar algunos, simplemente desguazaron el resto…

Más conocido es el A12 o Matilda II, que deriva ya de un estudio realizado en 1936. Una de las constantes de los blindados británicos era que ya desde el inicio la mayoría eran considerados como insuficientes, existía la posibilidad de uno mejor, pero siempre se desarrollaba y fabricaba el primero. Ni coordinación ni planes a largo plazo, ni organización de recursos, ni nada. Y nosotros quejándonos de las autonomías... Pensado ya como un carro con cañón de dos libras en torreta, y peso y blindaje superior. De su producción inicialmente, se encargó Vulcan Foundry, tras el diseño encargado al Royal Arsenal de Woolwich.

Matilda II A12.


Posteriormente se añadió una versión CS (close support) con un howitzer de 3 pulgadas, diseñado al principio para disparar sólo proyectiles de humo, luego se adaptó al uso de alto explosivo. Y eso pese a que el cañón de 2 libras tenía desarrollado un proyectil HE, pero por razones, que nunca se dice en ningún libro, no se puso en producción. Lo más cercano que he llegado a leer, habla que la carga era tan nimia que poco o nada hacía (según las pruebas), por lo que era casi lo mismo que disparar el perforante…curiosa decisión, cuando el cañón de 37 mm del Stuart de origen americano sí que lo tenía, y no era malo para el pequeño calibre de dicha arma. Fabricarlo era difícil, y pese a que se empezó a producir en 1937, a principios de septiembre, sólo dos habían llegado a sus unidades. No es de extrañar, era más complicado que montar un lego sin instrucciones, y ciertas piezas, como el glacis obtenido de fundición debían ser re-trabajados por obreros especializados para eliminar peso extra.

Matilda CS.

No es momento de repetir toda su historia operacional, y cómo se ganó el sobrenombre de la “Reina del Desierto”, pero sí de hablar de dos teatros bien olvidados.

A principios de noviembre de 1941, el general Zhukov, se reunió con Stalin, en el Kremlin, para perfilar la contraofensiva de invierno soviética, y echar a las fuerzas germanas de las puertas de Moscú. Sólo iba a pedirle una cosa, y recibió una respuesta fulminante: tankov niet. No había más tanques disponibles…siempre, el aficionado, ha pensado en la contraofensiva de diciembre de 1941 en el frente ruso protagonizada por miles y miles de sonrientes y aguerridos esquiadores siberianos, apoyados por hordas de carros T-34. Y nada más lejos de la realidad. Las divisiones siberianas fueron bien recibidas, pero la contraofensiva, principalmente, la realizarían tropas de la zona, recién reclutadas o reconstituidas a partir de restos de unidades supervivientes de las batallas anteriores. Respecto a los carros, la mayoría de las industrias de guerra seguían reconstruyéndose más allá de los Urales, y aunque la producción se había reanudado incluso a la intemperie (olé, estos rusos y su valor), el número de T-34 y KV-1 era todavía muy escaso, y habría que esperar a bien entrada la primera mitad de 1942 para ver un aumento significativo. Así que se siguió tirando de los supervivientes T-26s y BTs.

Pero contaron con un refuerzo inesperado: los carros enviados por los convoyes árticos. Sólo en 1941, de los británicos, recibieron unos 487 Matilda II y Valentine, junto con menos de una decena de Tetrarch ligeros, junto con unos 182 Stuarts y M3 Lee a finales de diciembre, de los EEUU.

Llega la ayuda: Matildas en Archangelsk


En los últimos años, y tras la caída de la URSS, comienzan a traducirse al inglés o francés, muy buenos textos de historiadores rusos recientes, que ponen en su correcto lugar la ayuda que estos carros supusieron en momentos muy difíciles. Durante la guerra fría, fueron denostados por la historiografía oficial soviética, disminuyendo su importancia y exagerando sus defectos. Parte es cierto, pues es indiscutible la gran inferioridad de un Matilda con un T-34, o un Valentine con un KV-1. Pero en aquellos momentos fueron recibidos como agua de mayo. Numerosas tripulaciones conseguirían grandes resultados con ellos, y no pocas serían condecoradas con el preciado título de “Héroe de la Unión Soviética”.



El Matilda en concreto, alabado por su buen blindaje, era criticado por su velocidad baja, la vulnerabilidad de sus motores (otra curiosidad, tanto el AEC como el Leyland que se usaban en tandem, derivaban de los usados por los típicos autobuses londinenses de dos pisos) al frío, o la necesidad de mantenimiento constante de su delicada suspensión en lugares con mucho barro (es decir, TODA Rusia). Sin embargo no son del todo ciertas las críticas por su armamento principal. La inmensa mayoría de la Panzerwaffe de finales de 1941 y principios de 1942, estaba compuesta por carros de origen checho o por Panzers II y III de los primeros modelos, ante los cuales, el dos libras, perforaba sin problema alguno a distancias habituales de combate. Y de hecho exageramos… a la Panzerwaffe de la época no le quedaban apenas carros: destruidos, dañados o averiados, alfombraban la ruta hacia Moscú, con un número operacional muy escaso. Las armas anticarro de la infantería, principalmente, seguía siendo el cañón de 37 mm, ante el cual era casi invulnerable. El PaK38 de 50 mm era muy escaso, y sin munición perforante de Tungsteno (más escasa que un político honesto), lograr una perforación del frontal, era muy complicado. Quedaba el 88 mm, pero ese había que pedírselo a la Luftwaffe, era grande, pesado de maniobrar, y era más solicitado que una paga extra de Navidad.

"los cuatro héroes" y su Matilda. Foto de Enero de 1943, sector central.


Los primeros Matildas, encuadrados junto a Valentines, lucharon en el sector de Novgorod, en la contraofensiva de invierno, causando una honda conmoción en los defensores germanos. Es curioso, como en la historia oficial soviética, esas brigadas que los usaron fueron catalogadas como de “KVs”, aunque el mismo texto habla antes, de que estaban constituidas por carros ingleses…

En total, se enviarían a la URSS unos 1084 Matildas II (en total se produjeron 2987), recibiéndose unos 908. Casi el 14% de la producción de blindados británicos se envió a los soviéticos, modelos denostados por éstos, pero que eran los mismos que se usaban en el Norte de África, y que además hacían mucha falta allí. La actitud soviética de postguerra con estos envíos, fue propagandística y profundamente desagradecida.



La mayoría de los Matildas II se perderían en las desastrosas ofensivas de primavera de 1942, y aunque hubo unidades, sobre todo en el sector de Leningrado, que los usarían hasta casi 1944, su número fue disminuyendo cada vez más. Dieron un buen servicio, pese a sus limitaciones, y en un momento justo, en el que la propia supervivencia de la URSS estaba en juego. Una curiosidad más, los soviéticos preocupados por si dejaban de recibir suministros de munición de 2 libras y 3 pulgadas para los modelos CS, modificaron algunos Matilda II con el cañón habitual de 76 mm del T-34: el Zis F-34 de 76 mm. Aunque la modificación era posible, la habitabilidad y operatividad de la estrecha torreta quedaba muy comprometida, y una vez visto que los británicos no fallaban en la entrega de munición, quedó descartada. 

Matilda con el F-34 de 76 mm.


El otro teatro de operaciones donde el Matilda cosechó grandes y desconocidos laureles, estaba en la otra punta del mundo: el Pacífico. Si os gusta como a mí la historia de la Primera y Segunda Guerra Mundiales, ya habrás notado un cambio significativo en un país. A los australianos, en la primera, los ves batiéndose el cobre, hasta el final, en todos los teatros de operaciones. En la segunda, y una vez retiradas las unidades australianas del norte de Africa, en 1943…desaparecen. ¡Si se nota más a los Sudafricanos que a ellos!

Las tropas australianas pasaron a operar, casi en exclusiva en uno de los peores teatros de operaciones de la guerra: el Pacífico Sur. Al principio, defendiendo el perímetro exterior de su territorio. Pero luego, en selvas infectas con un clima atroz, peligrosas enfermedades, enfrentados a unos defensores tan fanáticos como desesperados en su abandono, sin visos de que sus esfuerzos aportasen algo realmente tangible a la victoria final. El resentimiento de los soldados, y de toda la sociedad australiana, fue profundo, y se acabó traduciendo en múltiples conflictos de retaguardia, del que son un claro ejemplo, las numerosas huelgas de estibadores y transportes que tuvo que sufrir la logística aliada radicada en Australia.

Para 1942, los japoneses ya habían demostrado a todos que los carros de combate no son un estorbo en la jungla, sino una perentoria necesidad. Los australianos desplegaron sus primeras unidades de carros, equipadas con el Matilda II en Nueva Guinea, en Milne Bay, en agosto de 1943 de la mano del 1st Army Tank Battalion.  Fue un éxito absoluto. En total los australianos, entre 1942 y 1944, recibirían unos 376 Matildas II de Gran Bretaña, a los que hay que añadir unos 33 de la versión CS, que les cedieron los neozelandeses, más interesados en el Valentine. Encuadrarían sus carros en una unidad legendaria, pero poco conocida fuera de Australia, la 4th Australian Armored Brigade, que contaría con el 1st Army Tank Battalion (más tarde regimiento), 2/6th Regiment con M3 Stuart y 2/9th Regiment con M3 Grants, más las correspondientes unidades de apoyo. En los últimos años de la guerra, se añadiría el 2/4th Regiment con más Matildas, y un escuadrón de anfibios LVTs.



La unidad combatiría muy dividida en escuadrones por numerosos lugares, desde Nueva Guinea, hasta Borneo, Bouganville, Wewak, Balikpapan, Tarrakan…

Milne bay.
Río Hongorai.
Bouganville.

Borneo.

Rápidamente los modificaron para adaptarlos y protegerlos de las escuadras de cazacarros japoneses, y sus cargas de saquete y magnéticas. Al contrario que los americanos y británicos, rápidamente desarrollaron tácticas de acompañamiento de infantería, y pusieron antes que éstos, teléfonos directos de comunicación entre ambos en las traseras de sus Matildas. Se hicieron (incluso modificando los armados con el 2 libras) con el máximo número posible de Matildas CS, y para 1945, tenían en servicio una versión lanzallamas del mismo: el FROG.

Unas palabras sobre éste último. Llevaba un tanque interno de 80 galones de un compuesto llamado Geletron, que se disparaban a través de un tubo similar en aspecto al tres pulgadas, manteniendo la Besa coaxial. La torreta quedaba ahora tan estrecha en su interior, que sólo admitía un tripulante. Además, había unos 100 galones extras en un tanque en la parte trasera, que podía ser desprendido desde el interior; junto con otros dos de 30 galones a cada lado del frontal, y otros cuatro tanques de 32 gallones en los laterales. Mediante un sistema de válvulas se rellenaba con ellos el interior, que sólo daba para ocho disparos. Evidentemente, se dejaron de usar, el trasero por enredarse con absolutamente todo, y los otros por su escasísimo blindaje. La única pega que los australianos le pusieron era que el sistema precisaba una recarga de casi 50 segundos entre cada disparo, siendo mucho mayor que los sistemas adaptados a los Sherman POA lanzallamas de los marines norteamericanos.

Matilda Frog.
 

Aún harían una versión más interesante: el Matilda Projector. Básicamente, se les ocurrió coger siete cohetes antisubmarino erizo de más de 40 kg cada uno, con un rango de 200 a 300 yardas, los pusieron en un caja blindada situada encima de las rejillas del motor, y en el colmo de la sencillez, el mecanismo de movimiento de la misma provenía del de la torreta de los Grant que ya no usaban. Pensaban usarlo como arma antibunker, y en las pruebas realizadas resultaron ser devastadores. Como curiosidad mencionar, que se podían disparar en salva todos excepto el nº 5, que precisaba poner la torreta a la una en punto para no “afeitar” la antena de la radio.

Matilda Projector.
Detalle del lanzador y el proyectil.


Los japoneses los temían más que a nada…y no es de extrañar, el cañón anticarro japonés de los regimientos de la zona, el Type 94 de 37 mm era, al igual que el germano, completamente inútil ante el Matilda. De hecho, el más avanzado Type 1 de 47 mm tampoco lograba perforarlo, ni a quemarropa ni disparando al blindaje trasero, algo que sí podían hacer con el Sherman americano. También era particularmente resistente a las minas anticarro japonesas, diseñadas como tal o improvisadas, y hay informes fidedignos que incluso el glacis frontal resistió, en ocasiones, impactos de artillería de hasta 150 mm, algo que desguazaba Stuarts o Grants. En Nueva Guinea, incluso, cuando se presentía algún ataque de infantería a algún sector, se movilizaba uno o dos Matildas, para que al sonido de sus característicos motores, los japoneses se lo pensasen dos veces al saber que la “reina del desierto” los estaba esperando.

Type 94 de 37 mm.
Type 1 de 47 mm.


Tanto éxito tuvo el Matilda en este terreno, que siempre que pudieron, fueron reequipando el resto de las unidades con este carro, en detrimento de los más ligeros (y aparentemente) mejor adaptados a la jungla Stuarts, y de los Grant. Malvadamente, he pensado muchas veces, que si se hubiese lanzado la operación Olympic de conquista del Japón, quizás, se habrían tenido que plantear volver a fabricar el Matilda…

Los australianos retiraron sus últimos Matilda de la Citizen Military Force en 1955, después de un gran servicio en la misma. Al final, resultaría que el fiable y robusto Matilda sería el único carro de preguerra británico que vería servicio durante toda la segunda guerra mundial, y al contrario que otros como el Panzer IV, su aspecto y prestaciones apenas variarían.

No está nada mal, para un blindado que se construía casi artesanalmente…


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