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lunes, 22 de octubre de 2012

MOTÍN A BORDO: LAS TRIBULACIONES DEL USS KITTY HAWK



Un hecho que se tiende a olvidar de manera habitual, es que los ejércitos y marinas de todos los tiempos están formados por personas, que pertenecen a diversas culturas y sociedades, y que todo conflicto o cambio que sufra su sociedad, necesariamente, se debe ver reflejado en los hombres y mujeres de uniforme, tanto las épocas tranquilas como las convulsas.

Y los Estados Unidos de principios de la década de los 70 estaba sufriendo precisamente eso, un cambio importante y traumático. Una sociedad zarandeada por múltiples conflictos y problemas, el desmoronamiento de valores anteriores sin ser sustituidos todavía por nada claro, el cambio de relaciones interpersonales y familiares, el comienzo de una importante crisis económica, la generalización del consumo de drogas ilegales psicoactivas, y la intensa inquietud derivada del conflicto por los derechos civiles de las minorías…y como gran catalizador de todas las reacciones, la guerra del Vietnam, que ya llevaba, oficialmente, casi seis años de dura lucha sin atisbarse un resultado favorable en el horizonte, solamente más gasto material, económico y humano. No era de extrañar que el servicio en las fuerzas armadas fuese visto con una, cada vez mayor, hostilidad y desprecio.

Los disturbios raciales de Detroit en 1968.

En septiembre de1862, y aprovechando la victoria (pírrica, eso sí) de la batalla de Antietam, el presidente de la unión, Abraham Lincoln, emitió el 22 de dicho mes una proclama que tendría su refrendo en la llamada Acta de emancipación, una orden ejecutiva del propio presidente, por la cual abolía la esclavitud en los territorios de la Unión, extendiéndose a aquellos que tomasen sus tropas. Fue el final efectivo de la esclavitud en los EEUU, pero no de la problemática racial. Más de un siglo después, en muchos estados, seguía vigente la segregación racial, la denegación del acceso de los negros a mejores servicios y mejores oportunidades, y aunque el movimiento de defensa de sus derechos civiles había cobrado una fuerza inusitada, no había logrado muchos de sus objetivos. La impaciencia era mucha, el resentimiento era mayor, y la existencia de numerosos disturbios civiles por tales hechos en muchas ciudades norteamericanas tenían que tener su necesario reflejo en las fuerzas armadas.


Estamos en 1972, y en marzo de dicho año, el ejército nortvietnamita (NVA) ha lanzado la conocida como ofensiva Nguyen Hue, con el objeto de conquistar a su vecino del sur, no mediante una guerra de insurgencia, sino mediante una ofensiva convencional, con tropas acorazadas, infantería y artillería. El hartazgo de la sociedad americana de la guerra es máximo, pero aún así, un nuevo presidente, Richard Nixon ha prometido sacarles de la misma, y de la forma más digna posible. Ya apenas hay tropas de tierra en Vietnam del Sur, pero esta ofensiva, da la posibilidad de usar de forma más efectiva el poder aéreo, y esta vez sin restricciones. La finalidad ya no es ganar la guerra, sino parar esa ofensiva y obligar a los orgullos norvietnamitas a sentarse en la mesa de negociaciones en Paris, y a firmar una paz que le permita salvar un poco la cara. 

A tal fin se lanza la operación Linebacker I, con dos importantes objetivos: el primero el apoyo aéreo táctico a las apuradas tropas del ejército survietnamita (ARVN) y el segundo, una dura campaña de interdicción del esfuerzo bélico del NVA. Y se echa toda la carne en el asador…
Uno de los más importantes recursos para ello sería el portaaviones USS Kitty Hawk y su grupo aéreo, que sería colocado en la conocida como Yankee Station, para ataques contra Vietnam del Norte (los que apoyaban a Vietnam del Sur, estaban situados en la Dixie Station). El navío había partido de San Diego, ya en febrero de 1972, en lo que sería su sexto crucero de guerra, y había disfrutado de un periodo de descanso en Subic Bay, en las islas Filipinas, en octubre de dicho año. 

USS Kitty Hawk, a principios de los 70.

El día 10 de octubre de 1972, en Subic Bay tuvo lugar una pelea multitudinaria entre marineros, centrada inicialmente en el club San Paguita. No era la primera, ni sería la última. No fue ni más ni menos grave que otras, y ni siquiera se sabe la causa de su inicio, pero en ningún lado se habla que fuese por motivos raciales. Al término de la misma, y para huir de la Policía Militar, 45 jóvenes marineros de color del portaaviones, entraron precipitadamente en el mismo a altas horas de la madrugada. Nada que no hubiese sucedido antes, y casi una tradición en la marina…pero estos hechos tendrían efectos imposibles de imaginar.

Dos días más tarde, a las 19:00 horas, en la oficina del investigador principal del navío tuvo que comparecer uno de estos marineros para declarar sobre su participación en dicha pelea. No era nada extraño, todo lo contrario, bien habitual, y solía suceder cuando en las peleas alguien tiraba de arma blanca, o se había producido alguna herida especialmente grave. No significaba una acusación, pues lo más habitual es que declarase como un testigo de los hechos. Pero el marinero en cuestión fue acompañado de un buen grupo de compañeros, que entraron en la oficina de forma amenazante, gritando y quejándose del trato que recibían, especialmente, porque sentían ser tratados de forma diferente a tripulantes blancos que también habían participado en el tumulto, y no habían sido molestados para nada. Al marinero citado se le informaron de sus derechos, se le comenzó a tomar declaración, rehusando contestar a las preguntas, firmó el acta correspondiente y se marchó, sin más, a su puesto.

Poco después, y por motivos desconocidos, un tripulante blanco fue asaltado por otro de color en el comedor de popa de marinería. Un rato después ocurrió lo mismo en el de proa, incidente protagonizado al parecer por el mismo marinero. Se sigue sin saber la causa de ambos incidentes, pero poco a poco, nitrataban la mecha que iba a prenderse en menos de una hora.

A las 20:00 horas, y nuevamente en el comedor de marinería de popa volvió a haber incidentes. Esta vez en forma de un nutrido grupo de marineros de color, que se comportaban de forma agresiva y amenazante con el personal. El jefe de cocina avisó a la fuerza de reacción de los marines del portaaviones, los cuales, se presentaron sólo armados con porras, excepto el cabo de guardia, que iba armado con la preceptiva pistola Colt 1911A1 del calibre 45. Y a pesar de lo que se clamó aquel día, la investigación, a través de numerosos testimonios, demostró que ni le había desenfundado, ni hizo ademán alguno en tal sentido. Pero la situación comenzaba a descontrolarse de forma peligrosa.

En ese punto, comenzó a surgir una de las figuras importantes que evitarían mayores desgracias, el oficial ejecutivo (XO), el Lt. Commander Benjamin Cloud. Era un hombre, además de color, enormemente respetado en la marina. Se había alistado como cadete naval en 1952, para evitar ser llamado a filas durante la guerra de Corea. Viendo la marina que tenía aptitudes para el vuelo fue seleccionado para ser entrenado en la escuela de vuelo de la marina, en Pensacola. Y allí sufrió en sus propias carnes la política de segregación racial que seguía imperando: tenía que comer, dormir, y hasta cortarse el pelo en lugares diferentes a otros oficiales. Pero también descubrió otras cosas, y muy importantes. Que por ejemplo, cuando en el autobús que tenía que llevarle desde San Diego a la base, había otros cadetes, blancos, que se sentaban con él en la infame sección de “colored”. Y que la marina le daba oportunidades que no tenía en la vida civil: si servía bien podía ser piloto, estudiar en la universidad a cargo de la marina, e incluso ascender. Demostraría su gratitud con una gran hoja de servicios, con peligrosas y escalofriantes misiones de reconocimiento a los mandos de un Vought RF-8A Crusader sobre los cielos de todo el sudeste asiático, y llegando a ser incluso ayudante en la oficina presidencial de Johnson.

Lt. Commander Benjamin Cloud.
 
Cloud ordenó retirarse a los marines, pero también que cerrasen las escotillas al comedor, las guardasen y no interviniesen sino fuera a su orden. Entretanto el capitán (CO) del USS Kitty Hawk, Marland Townsend, había llegado al lugar, pero viendo que el XO, con la ayuda de un contramaestre y el oficial consejero para los alistados (vale, es una traducción un poco chapucera del Ship’s senior enlisted advisor), se quedaron durante una intensa hora hablando con el grupo, escuchando sus quejas y demandas, y emplazándoles a discutirlo, en su oficina, con más calma al día siguiente. Parecía que el problema había quedado resuelto sin más incidencias...

El capitán del USS Kitty Hawk, Marland Townsend.

Pero al abandonar el comedor, un grupo de estos marineros se dirigieron a la cubierta del hangar, creando nuevos disturbios, y desinformando a los tripulantes negros que iban encontrando sobre lo que realmente había sucedido. Una cosa era una riña en el comedor, pero la cubierta del hangar era sagrada, y más aún, cuando al día siguiente se pensaba reanudar los ataques sobre Vietnam del Norte. En dicha cubierta, 26 marines, con equipamiento y entrenamiento antidisturbios intentaron acordonarlos, y concentrarlos en la parte de popa de la citada cubierta. Recibieron además, nuevas instrucciones del CO, para que no dejasen que se juntaran más de tres tripulantes en grupos en la citada cubierta, fuesen negros, blancos o a lunares…varios tripulantes fueron detenidos, y el resto comenzó a armarse con barras y cadenas. El CO decidió bajar al hangar, y ordenó a Cloud que ocupase su puesto en el puente.

Mientras el CO bajaba al hangar, se desató el caos en el barco. Grupos de marineros de color, de entre 5 a 25 individuos comenzaron a recorrer el barco armados con cadenas, llaves, barras y tuberías, amenazando y golpeando a los marineros blancos que se encontraban, sacando incluso a muchos de las literas donde dormían. A su vez, los marineros blancos comenzaron a formar grupos armados para defenderse, y la escasa sección de marines de seguridad comenzaron a abrir los armeros, y a dotarse de pistolas, rifles y escopetas…los disturbios se extendieron incluso a las enfermerías, donde médicos y sanitarios eran amenazados por dichas bandas para que atendiesen en exclusiva a los “suyos”. La situación comenzaba a estar fuera de control.

Son casi las doce de la noche, y todavía no había muertos ni heridos graves, pero pronto podría haberlos sino se hacía algo. El capitán Townsend comenzó a dirigirse al grupo situado en el hangar, en persona, intentando apaciguar los ánimos. En esas, un joven marinero de color, recién alistado, con los 18 años recién estrenados hizo una tontería, una niñería. Algo que seguro que habría hecho en su localidad natal en alguna protesta, delante de la policía. Arrojó un objeto contundente, una barra o una llave inglesa, al capitán. Lo hizo sin puntería alguna, y quizás sin querer dañar, alcanzando en la pierna derecha al CO, pero más bien rozándolo y sin ninguna consecuencia. El gesto, de forma inmediata, fue reprobado por sus propios compañeros, pero cuando la noticia se filtró a cubiertas superiores se transformó en lesiones graves, que podían haber matado al capitán…y esa información podía dar lugar a un baño de sangre.

Cloud, inmediatamente, por megafonía, se hace cargo del mando, y ordena a los marines que no están en el hangar, a popa, a los tripulantes blancos, fuera de los comedores y sollados de proa, y los marineros negros que se concentren en dicha sección, y que lo hagan por diferentes caminos que establece, para evitar más disturbios. El CO, en el hangar queda estupefacto al oír la orden, pero conociendo al XO, se da cuenta que lo que pasa es que el incidente del objeto que le han lanzado ha sido magnificado según subía la información al puente. Rápidamente se pone en contacto con él, asegurándole que está ileso, y a su vez, mediante megafonía general, informa a la tripulación de los hechos (tan grande es un portaaviones que la mayoría ni se habían enterado…), asegura que está bien, y da una orden tajante: ordena a toda la tripulación que vuelva a las tareas, servicios, puestos o descanso que en ese momento tienen asignados. Casi toda la tripulación obedece.

Y digo casi toda, porque un grupo de 150, en el castillo de proa, se niegan a obedecer. Casi todos están armados, y muy, muy alterados y nerviosos; pues las noticias que reciben no son nada tranquilizadoras. Oyen que hay ya bandas de marineros blancos sofocando el motín y pasando a cuchillo a todos los negros que encuentran, que sus compañeros del hangar están siendo masacrados por marines con armas de fuego, y que el capitán ha ordenado el uso de fuerza letal, sin miramientos. Y hacia ese lugar, sólo, sin armas ni escolta se encamina el valeroso XO, Benjamín Cloud.

Tiempo después contaría que de no haber sido también de la misma raza, seguramente, hubiese sido asesinado según cruzase la puerta. Pero Cloud es una figura bien conocida y respetada, nada menos que un oficial ejecutivo, y además negro como ellos, de los mismos barrios, y con las mismas penalidades que han sufrido en su juventud. Y con una gran reputación por su valor. Cierto es que la inmensa mayoría de las misiones de reconocimiento que ha realizado en su RF-8A Crusader han sido secretas, pero cuando vuelves a un portaaviones con tu aeronave acribillada a balazos y esquirlas de la triple A, y en aterrizaje de emergencia, a nadie se le escapa que, precisamente, de vuelo de entrenamiento no has estado…

RF-8A Crusader.

Sin usar su rango para nada, apelando a su hombría y orgullo de raza y sobre todo desmintiéndoles en persona los rumores que han oído, y asegurándoles que no ha muerto nadie en los incidentes, logrará, sobre las tres de la madrugada que depongan su actitud y se entreguen sin resistencia a los marines del destacamento de seguridad. 

Y es a esa hora cuando el capitán, por megafonía anuncia el fin de los incidentes. En total, de 47 (según la marina) a 60 marineros (según otras fuentes) han resultado heridos. 3 de cierta gravedad que precisaron evacuación, y otros 6 – 7 de ellos de raza negra. El disgusto por estos hechos entre la tripulación es enorme, y reaccionarán como lo que son, profesionales, lanzando sus operaciones al día siguiente sin incidentes, y más aún: rompiendo el record de permanencia en la estación Yankee, y el número de salidas aéreas de combate.




Por parte de la US Navy el disgusto es aún mayor. Y además, no es el único. El 2 de octubre de 1972, ocurre el llamado “incidente del USS Constellation”, otro portaaviones de la misma clase que el USS Kitty Hawk. El origen está en una sentada en el comedor de marinería organizada por un grupo de negros, que se sienten injustamente tratados en ciertas resoluciones del llamado NJP o Non Judicial Punishment, también conocido como Captain`s Mast. Se trata de una potestad, común en todas las marinas de guerra, heredada de tiempos pretéritos, que faculta al capitán de un novio de guerra en la mar, de imponer ciertos castigos a marineros indisciplinados. En tiempos era el azotarlos públicamente, pero en estos tiempos se trata de tareas especialmente desagradables y solitarias, con el fin de hacer “reflexionar” al marinero sobre su actitud, y tratando de evitarle un consejo de guerra, con penas mucho mayores y peores. Además, un falso rumor, acerca de destinar al destacamento de playa (es decir, una parte de la tripulación que se queda en tierra, en tareas administrativas) a 256 marineros negros, para hacer sitio a un nuevo contingente aéreo, situación que les haría perder un complemento muy jugoso de su paga, envenena la situación.

USS Constellation

No pasará de una sentada en el comedor, complicada con la negativa de la llamada del capitán a formar en cubierta. Pese a todo, no hubiera pasado de ahí, al decidir el capitán, como NJP, destinarlos precisamente a ese destacamento administrativo. Pero ya en tierra, y a la vuelta del portaaviones a su base avanzada de operaciones, esos marineros, muy mal aconsejados legalmente, deciden formar en el muelle, uniformados, pero no subir a bordo. El consejo era que así hacían acto de presencia, pero podían protestar por la decisión; pero el hecho es que estaban incurriendo en un AWOL (Absent Without Order of Leaving), es decir, abandono de puesto sin permiso para ello, una suave forma de deserción, por decirlo de forma más comprensible.
 
Sí que habrá incidentes y muy violentos en otro barco, el petrolero de flota, USS Hassayampa. El 16 de octubre de 1972, en Subic Bay, Filipinas, se produjo una violenta pelea en dicho barco, de tipo racial, con participación de marineros de otros navíos, y que requirió la intervención de un buen número de marines del destacamento de seguridad, con material antidisturbios. Tras un largo y duro crucero, y al parecer con ciertos problemas en las raciones de las comidas, todo estalló por un incidente trivial. Un joven marinero blanco, con antecedentes penales por pequeños hurtos, robó de la taquilla de un compañero negro, cierta cantidad de dinero, y al parecer ciertos bienes como un reloj y un radiocasette. Puesto en conocimiento del capitán, éste, agobiado por otros problemas, no le prestó apenas atención. A su vez, esto motivó un gran resentimiento entre los marineros negros, que se sintieron como ciudadanos de segunda, pues el capitán sí que había actuado con celeridad en un caso similar en el que el perpetrador del robo había sido un marinero negro. Intentando tomarse la justicia por su mano, se desencadenó la citada pelea.

USS Hassayampa.


Las luces de alarma en los altos mandos de la marina enloquecieron. Y más aún cuando todos estos incidentes recibieron gran atención de los mass media, especialmente por parte del New York Times. Por aquel entonces, a la cabeza de la US Navy estaba uno de sus grandes mandos de todos los tiempos, el Almirante Elmo Zumwalt, el cual tomó rápidamente interés personal en el tema. La primera reunión con ciertos grupos terminó mal, abandonando la misma el almirante, visiblemente enojado y ofendido. Pero hizo dos cosas importantes: la primera, es que de esa reunión se llevó documentación e informes que le ofrecieron, y la segunda, que encargó un informe para saber cómo era el perfil del marinero negro que participaba en tales motines.

El almirante Elmo Zumwalt.

Respecto a las quejas que se le planteaban en los documentos, algunas no tenían base, como era la arbitrariedad de los castigos del capitán, que tendía a desfavorecer a las minorías raciales. Pero había otras que sí eran bien ciertas. Por ejemplo, ciertas actitudes y tratos no sólo claramente racistas, sino también sexistas. Además, sí que era cierto que los escalones de servicio, como camareros, limpiadores, cocineros, en barcos y bases estaban casi en su totalidad servidos por negros, y lo que era peor, si alguna de estas personas mostraban conocimientos o iniciativa que les hiciera merecedores de un ascenso, o de un cambio de puesto, sus oportunidades reales de mejorar su puesto eran mucho peores que las de un blanco. Todo eso debía cambiar.

El perfil del amotinado tipo también resultó ser muy revelador. Se trataba de marineros jóvenes, provenientes de lugares con un nivel social muy bajo, y que estaban en el primer o segundo año de servicio. Los marineros de color, de más tiempo de servicio, muy rara vez participaban en estos actos, y sí lo habían hecho, solía ser por lógico resentimiento ante un mando blanco especialmente tiránico. Y a pesar del problema de drogas que afectaba, no sólo a la marina, sino también al ejército y a la fuerza aérea, no había influencia de las mismas en los motines acaecidos.

Más preocupante era otro perfil que exhibían muchos. Debido a la gran impopularidad del servicio en las fuerzas armadas, en aquellos años, para completar cupos, se podía reclutar un alto porcentaje de personas que evitaban penas por delitos menores mediante el alistamiento. Y además, se estaba aceptando a muchas personas de categoría mental IV, incluso casos de la V.

Cuando los EEUU tuvieron que formar un gran ejército, y hacerlo muy deprisa, al entrar en la 2ª Guerra Mundial, una de las herramientas de las que echaron mano, fue del cálculo del Cociente Intelectual (CI). En virtud del mismo, y viendo el nivel de estudios, asignaban al recluta a una u otra rama o puesto del servicio en el que estuviese. La categoría mental IV iba de 72 a 91 de CI, y la V, por debajo de 72. En teoría no debían aceptarse para el servicio estas dos categorías, más que en ciertos puestos, y en casos muy contados. Para orientar, decir, que la inteligencia límite está en 74 - 71, y el retraso mental se considera ya por debajo de los 70.

El CI tiene sus claras limitaciones. Mide dos tipos de inteligencia, las llamadas A y B. la A, es una inteligencia abstracta, base, que tenemos toda la vida, y que se ocupa de la resolución de problemas y situaciones en abstracto. La B, es la denominada “manipulativa”, y traduce la expresión de la inteligencia A dentro del ambiente en el que se desarrolla el individuo. La C, sería el resultado en los test de ambas medidas, y se traduce como la edad mental del individuo. La herramienta es útil, pero no es completa, pues no mide ni el desarrollo emocional del sujeto, su forma de encarar la vida (lo que ahora se ha dado en llamar como inteligencia emocional), ni mucho menos su ambición, capacidad de sacrificio ni de esfuerzo personal. Los tests tampoco son perfectos, y situaciones como un mal entrenamiento del evaluador, una mala explicación de las tareas a realizar en el test, o la influencia de un nivel de educación escaso, o la proveniencia de un ambiente con pocos estímulos de índole cultural, pueden dar lugar a resultados más bajos de lo que debería ser, en una persona concreta. Y a muchos de estos marineros, procedentes de ambientes sociales de pobreza, pero más listos que el hambre, los test de CI de la marina tendían a maltratarlos especialmente.

Todos hemos trabajado con personas con un bajo CI, a los que muchas veces, en nuestra pequeña maldad personal, los denominamos como “cortitos”, y todos sabemos una gran verdad: que si se sabe que se les puede exigir y lo que no, se les entrena bien en la tarea a realizar, y la realizan con cierta protección, en un ambiente estable, en el que sus esfuerzos sean reconocidos; estas personas desarrollan un fuerte vínculo de pertenencia al grupo, y son trabajadores extraordinarios e infatigables. Pero una tradición de las fuerzas armadas norteamericanas, desde la segunda guerra mundial, era tratar a sus hombres y mujeres como una pieza de equipo más. Así, personas que sí que tenían ese nivel de CI en la realidad, se veían trasladadas sin miramientos de un lugar a otro, y con mandos intermedios que no se tomaban molestia alguna en enseñarles bien, y en un sistema, que como hemos visto ya, sus oportunidades de promoción eran mínimas.

Con este panorama, no era de extrañar que surgiesen motines…Zumwalt se lanzó rápidamente a establecer cursos y manuales para erradicar comportamientos de os mandos que no paraban de avivar estas hogueras; así como la mejora de las oportunidades de promoción de este personal y una mejora de los sistemas de selección de reclutas. Su sucesor, el almirante James L. Holloway (que si os molestáis en mirar los títulos de crédito de la película Top Gun, lo veréis de asesor técnico), cambió la forma de proceder, pero no el objetivo en sí. En su opinión, el problema era que esos marineros, debido a su ambiente social, padecían de graves defectos en su educación, y lo que se debía hacer era proporcionarles la oportunidad de mejorar su nivel escolar mientras realizaban su servicio en la marina, pagándoles no sólo estudios universitarios, sino también la posibilidad de obtener graduados y licenciaturas técnicas. No era sólo darles oportunidades en la marina, debían tenerlas también al terminar su servicio en la vida civil. La marina obtenía a cambio a personal cada vez más formado, imprescindible en unos navíos que iban convirtiéndose, a cada clase nueva, en centros de tecnología punta. 

Almirante James Holloway.

Todas estas medidas contribuyeron en buena medida a evitar nuevos motines como los de 1972, asegurando la operatividad de los diferentes servicios. Por supuesto que no fueron perfectas, pero fueron encaminadas en la buena dirección. Y claro que no terminaron de solucionar el problema, como atestiguarían los incidentes de septiembre de 2002  en Yokosuka, Japón, curiosamente también causados por marineros del USS Kitty Hawk, o los problemas de bandas callejeras organizadas dentro de la US Navy. Pues no podemos olvidar que los hombres y mujeres en uniforme son fiel reflejo de la sociedad a la que sirven, con sus anhelos, virtudes y esperanzas, pero también con sus problemas y conflictos.

USS Kitty Hawk, en 2002.

Finalmente decir, que el USS Kitty Hawk fue retirado del servicio el 12 de enero de 2009, tras 49 años de servicio en activo. Su lugar ahora es ocupado por el USS George H.W. Bush, el décimo y último de la popular clase Nimitz.

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