Si
pensáis que el problema con los Dakota se
había solucionado con esos 38 ahorcados, es que no conocéis el carácter
indómito de la nación Sioux. No todos los
guerreros se habían rendido, y bandas de ellos, comenzaban a operar desde Nebraska causando problemas y ataques en el
territorio de Dakota; y lo peor de todo, uniéndoseles partidas de Lakotas y Nakotas.
Y aunque lo peor había pasado, la posibilidad de un nuevo alzamiento, contando
esta vez con el resto de los Sioux, no
debía ser despreciada.
El
general Pope, como hemos visto, en un claro ejemplo de “patada hacia arriba”,
había sido enviado a sofocar la rebelión de los Dakota, tras su clamorosa
derrota ante Lee en la segunda batalla de Manassas.
Tras la rebelión, fue nombrado gobernador militar del noroeste, y aplicó sus
energías a pacificar la zona. Es curioso como la historia militar te muestra
generales, que en un mando en el campo de batalla se comportan con gran
ineptitud, pero que ascendidos a puestos superiores, de gestión, mando y
organización, se convierten en personas muy capaces y valiosas. Éste es uno de
esos ejemplos.
Y
no lo tenía fácil. 1863 se veía que iba a ser especialmente decisivo para la
guerra de secesión, por lo que la Unión echó toda la carne en el asador,
llevándose al este las mejores unidades, armas y pertrechos, y dejando
desabastecida y desguarnecida la frontera. Y a ello, añadir que no sólo los Sioux, sino también Arapahoes, Kiowas,
Cheyennes y otros, aprovecharon el
momento de debilidad para relanzar sus incursiones. Pope empleó el invierno
entrenar a sus bisoñas tropas, conseguir más suministros, reclutar exploradores
y preparase para la ofensiva.
Y
de eso precisamente va este tema: cómo se luchaba contra los Sioux.
Ya
en la década de 1850, el ejército de los Estados Unidos se dio cuenta que era
inútil lanzar ataques contra partidas de indios. Inútil y temerario, pues si
encontrabas a una partida inferior en número, lo que realmente ocurría es que
te estaban atrayendo a una emboscada. Es la gran ventaja que tienen las unidades
irregulares de caballería, y más aún si son de pueblos nómadas, pueden
formarse, reformarse, disolverse, concentrarse de forma inesperada contra
puntos débiles, y siempre disponen de excelentes exploradores.
Además
las unidades que formaban los Sioux eran
muy ligeras, con muy poca impedimenta y gran capacidad de vivir del terreno.
Son embargo hay una trampa en esto, común a todo ejército similar. De acuerdo
que la capacidad de vivir del terreno es una gran ventaja, pero los suministros
que te otorga son siempre limitados y al capricho de la naturaleza. El truco
real es que tus suministros están siempre a mano, sobre el terreno y
disponibles, ya sea en forma de algún caché o escondite, y sobre todo, porque
disponías de una base logística móvil y muy eficaz: el poblado indio.
Los
poblados Sioux tienen las mismas ventajas
e inconvenientes que podían tener los de los mongoles o los hunos, por poner
ejemplos históricos. Lo mejor de todo es que son móviles y puedes trasladarlos
con relativa rapidez. Además, los puedes ocultar con facilidad, y puedes
disimularlos con la creación de unos cuantos poblados-señuelos que confundan a
los exploradores enemigos, e incluso los atraigan a una trampa. Por desgracia,
si son localizados por una fuerza bien armada, no hay defensa eficaz de los
mismos, más que una desesperada acción de retaguardia que permita su
evacuación. Incluso una fuerza inferior en número te puede causar un gran daño
en un ataque relámpago.
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Campamento indio típico. Foto tomada en torma a 1880. Aún así se ve sus "extensas" y "profundas" fortificaciones... |
Dentro
de los poblados indios, estaba la fuerza industrial y productora
imprescindible: las mujeres. El paso de un búfalo recién cazado a las pieles de
la tienda y al churrasco de la hoguera no es automático, y requiere un trabajo
ímprobo y pesado. Además, ellas se ocupaban de preparar la comida, ahumar el
pescado, empaquetar las provisiones, montar y desmontar las tiendas, cuidar a
niños, ancianos y heridos, recolectar cultivos silvestres y un largo etcétera.
A principios del siglo XX, un anciano jefe Cherokee comentó a un periodista: “antes de la
llegada del hombre blanco, cuando el indio gobernaba esta tierra, había comida
para todos, no había impuestos, y las mujeres hacían todo el trabajo duro. Y
vino el blanco, y nos dijo que podía mejorar el sistema…”. Bromas machistas,
sin gusto alguno aparte, el anciano expresaba la tremenda importancia que ese
trabajo en la vida cotidiana y operaciones militares tenían las mujeres con su
trabajo.
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la fuerza industrial india: sus mujeres. Foto tomada, en tribu sin identificar, en torno a 1890, pero muy demostrativa de su dura existencia |
No
pienso entrar en polémicas estériles sobre el papel hombre – mujer en las
sociedades de nativos americanos. Ni tampoco pienso que las mujeres fuesen
malas guerreras, todo lo contrario. Todos aquellos que estamos casados y hemos
acompañado al Ikea a nuestras chicas,
sabemos por experiencia, que su capacidad de organizar y dirigir una buena
incursión supera con creces a la del hombre. Pero esta división, aparentemente
injusta, en una sociedad nómada, en continuo desplazamiento y conflicto es
imprescindible. El guerrero debe serlo veinticuatro horas al día, siete días a
la semana. Debe estar en continuo movimiento y patrulla, dispuesto a no dormir
muchas horas, comer poco, cabalgar sin descanso, explorar, combatir y proteger.
Recordad que la base fundamental de su sociedad, el poblado no tiene apenas
defensa que la que ellos mismos, de
forma móvil proporcionen. Y cualquier despiste, siempre se paga con el
desastre.
Está
claro que el ejército debía dedicar sus esfuerzos a encontrar los poblados y
destruirlos. Y aún logrando una evacuación rápida se conseguían réditos.
Cualquier herramienta, víveres, persona o caballo perdido o dejado atrás suponía
un grave inconveniente para el Sioux, y
más aún contando con que debían mantener unas adecuadas reservas para el duro
invierno de las grandes llanuras. Si además se causaban bajas entre las
mujeres, ya sea por el combate o por su captura, el daño a la estructura
logística era tremendo. Estos hechos explican el porqué la caballería
norteamericana masacraba poblados de forma tan asidua.
Atacar
a los Sioux exigía además elegir con
cuidado la estación del año: si se hacía en verano o en invierno (aquí, en ese
terreno no había ni primavera ni otoño). Atacarles en verano tenía la gran
ventaja de interrumpir en gran medida su ciclo de obtención de reservas para el
invierno, dificultando la pesca e impidiendo una adecuada caza del búfalo. Las
tropas podían vivir mejor sobre el terreno, sin depender tanto de los trenes
logísticos, lo que las hacía más ágiles, y no sufrían tanto los rigores
climatológicos, permitiendo campañas más prolongadas. Sin embargo, la
resistencia era mucho mayor, pues había que contar con los “merodeadores de
verano”, y la posibilidad de la alianza de otras partidas de indios, de otras
tribus, que vieran la entrada del ejército en sus territorios de caza como una
intromisión intolerable.
Realizar
la campaña en invierno tenía las lógicas dificultades de operar en un durísimo
clima invernal, más propio de tropas de montaña que de caballería ligera. Una
dura tormenta de nieve que acabase con gran parte de las monturas podía poner
en riesgo a la columna, o peor aún, que ésta se separase en grupos más
pequeños, y por ende, más fácilmente atacables por partidas de indios. Sin
embargo tenía la gran ventaja que pillaba a los indios en su momento más bajo,
con poca caza, viviendo de reservas, y en mucho menor número. Un ataque exitoso
contra un campamento Sioux en invierno,
podía ser un grave desastre para esa tribu, y más aún si perdían a las mujeres,
parte de los víveres y de los caballos. Y sus afamados ponies, además, estaban en grave desventaja
(como toda caballería nómada) ante los caballos de los blancos: debido al
invierno los pastos son muy escasos, por lo que su fuerza y resistencia es
muchísimo menor. Por el contrario, el caballo del ejército, al ser alimentado
con forraje y avena logra resistir mucho mejor una campaña invernal.
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El duro y eficaz Pony indio. "Incluso un tullido, un niño o un anciano, armados y a caballo, siguen siendo guerreros útiles" |
Veamos
algunos ejemplos de cómo se organizaban estas columnas.
Una vez entrenadas y abastecidas las
tropas, Pope tomó la iniciativa. Organizó un plan con dos columnas, una con ya
conocido general Henry Sibley, y otra, con otro mando experto en operaciones en
la frontera, Alfred Sully. Sully presentaba un perfil bien curioso para el
aficionado, pero a poco que leas un poco de historia, resulta ser el habitual
del militar profesional de la frontera: un gran enamorado de su tierra,
costumbres, y gran defensor del modo de vida indígena. Su primera mujer fue una
mejicana, que murió de una epidemia de cólera mientras estaba destinado en
California. Su pérdida casi acaba con él…pasados los años se casaría…¡con una
Sioux! Una mujer de los Nakota, que era hija de uno de los más importantes
chamanes, Saswe. La hija de ambos, Mary, recibiría el nombre indio de Akicita Win, “chica soldado”. Se casaría
a su vez con un indio que se convirtió al cristianismo, y sería pastor
episcopaliano. Dedicarían, los dos, su vida al bienestar y defensa de la nación
Sioux. El general Sully, además, tenía, al igual que el inmortal Frederic
Remington, una gran pasión por la pintura, en especial por las sencillas
acuarelas. Sus obras sobre la vida en operaciones y en la frontera constituyen
un gran tesoro para nosotros, generaciones posteriores, de lo que es un mundo
tan extraordinario y especial.
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General Alfred Sully. |
La
composición de las columnas no obedecía a reglas fijas, y eran más bien Ad Hoc,
dependiendo de lo que hubiese y de las preferencias de su comandante. La columna
de Sibley era de 3000 hombres, con un porcentaje importante de infantería
(veremos, más adelante, lo útil que era en las guerras indias) con su
destacamento de artillería. Sully, prefería una fuerza más pequeña, de 1200
hombres, casi todo de caballería, con su sección de artillería.
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Acuarela de Alfred Sully |
Ambas columnas partirían de lugares
diferentes, en fechas parecidas, con la intención de barrer el territorio de
Dakota, y encontrarse en Devil’s Lake. Recordad que no existía la radio, así
que el plan debía ser muy concreto, el territorio de actuación de ambas
conocido, para poderse una columna en apuros buscar el amparo de la otra, y buscando
que indistintamente una u otra fuese, o bien el yunque, o bien el martillo,
donde llevar los campamentos indios, y destruirlos de un sólo golpe.
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Voluntario de Caballería de la Unión. Foto de finales de 1861. |
Sibley lo tuvo más fácil. Salió de Camp Pope
el 16 de junio de 1863, y llegó a mediados de julio a Devil’s Lake. Allí
estableció, como era costumbre, un fuerte (el típico de la frontera que vemos
en las películas de Hollywood). Dichas posiciones, bien fortificadas, no eran
móviles como los campamentos Sioux, pero estaban muy bien protegidas y
defendidas (aunque eso significase perder valiosas tropas en su guarda), y se
podían dejar ahí una parte importante de los suministros de la columna, amén de
servir de depósito de monturas y lugar para facilidades médicas. Los Sioux no
podían tener nada parecido…
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Ambulancia del US Army de la época. El hospital más cercano podía estar a varios días de marcha. los Sioux lo tenían aún peor... |
A partir de ahí, el experto y agresivo
Sibley persiguió los campamentos indios sin descanso. Casi los atrapa en Big
Mound, casi lo logra en Dead Buffalo Lake, y mucho daño les hizo en Stony Lake.
Ninguno de los encuentros fueron batallas definitivas, pero en cada una de
ellas, los Dakota y sus aliados perdían suministros, caballos, guerreros
expertos…y su base logística: mujeres capturadas. Sin embargo, llegado a este
punto sus suministros eran escasos, así que decidió unirse a la columna de
Sully. No la halló (lo normal, vamos), y se acabó retirando a Fort Snelling
(Mn).
Sully tuvo dificultades desde el
principio. Su punto de partida estaba mucho más al oeste, y pensaba trasladar
sus tropas por el Alto Missouri. Sin embargo, su ínfimo caudal para la época,
significó que no pudo operar hasta mediados de Agosto. Su campaña fue más
corta, pero parecida. Se topó el 3 de septiembre de 1863, con un enorme poblado
indio de más de 1000 guerreros. Conocía perfectamente a los Sioux, y sabía, que
pese a su bravura, sus competencias en combate por la noche eran lamentables.
Así que lanzó un asalto nocturno. Y como todo combate de tal índole, se
convirtió en un caos brutal, y en una pelea salvaje. Tuvo 20 muertos y 38
heridos. Los indios, perdieron cerca de 200 guerreros, 250 mujeres y niños
capturados, casi todos sus caballos, y una parte importante de sus suministros
para el invierno. Era una derrota total para esas tribus. Escaso de
suministros, volvió a Fort Randall.
Remataría el trabajo, Sully, en Junio
de 1864. Con una columna única de 3000 hombres, y muy buenos exploradores
Nakota y Crow, se adentró en territorio de Dakota. De inmediato, lo habitual,
fundó Fort Rice. Y luego se lanzó a encontrar los campamentos indios. El 28 de
julio de 1864, en Killdeer Mountain encontró un campamento Sioux gigantesco. Y
adoptó una táctica única y pelicular: formó un cuadrado móvil.
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Campañas de Pope, en 1863 y 1864. Fuente: "Atlas of the sioux wars". Combat Studies Institute Press |
En estrategia militar del periodo, ese
cuadrado móvil estaba más que desprestigiado. En la batalla de Wagram, en 1809,
el general francés MacDonald montó un asalto con un gigantesco cuadrado de 8000
hombres, que fue hecho picadillo bien fino por los expertos artilleros
austriacos. Un blanco enorme y tentador. Pero los Sioux no tenían artillería…
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El cuadrado de MacDonald en Wagram. Fuente: "Aspern & Wagram 1809". Osprey Publishing, Campaign nº 33. |
Algunos ex – oficiales del ejército
británico, emigrantes en los EEUU, habían sugerido, alguna vez, a Sully, esta
formación. Contra un ejército occidental era un suicidio. Pero era la habitual
del imperio de su graciosa majestad en las colonias. Los Sioux no se podían
creer el pedazo bocado de tarta que les ofrecían, pero se equivocaban. No era
un bocado, era la tarta entera, y no tenían tantos dientes para ella. Ataque
tras ataque, carga tras carga, intento tras intento, sus esfuerzos se estrellaron
contra ese leviatán móvil. Lo peor: que perdieron un tiempo precioso en evacuar
su campamento, que perderían en su casi totalidad, con todo su imprescindible
contenido humano y material. Después de esta gran victoria, y tras una
demostración de fuerza contra los Lakota, volvería esta columna, a Fort
Ridgeley.
Estos éxitos se consiguieron contra los
debilitados Dakotas, y una ayuda poco consistente de Lakotas y algunos Nakotas.
Pero ahora, y aunque sea adelantar acontecimientos, veamos, lo que podía
ocurrir con una mala planificación, contra los aguerridos y unidos Lakota.
En 1865, una banda importante de
guerreros Lakota incursionó en Platte Bridge, muy cerca de la senda Bozeman (os
hablo en un post de ella). La alarma fue enorme, y el mando de la región, el
general Patrick E. Connor, montó un ataque de tres columnas convergentes hacia
Rosebud Creek. La primera, de 1400 hombres de caballería, la mandaría el
coronel Nelson Cole, y partiría de Omaha. La segunda, al mando del teniente
coronel Samuel Walter, y con 600 miembros de la caballería de voluntarios,
partiría de Fort Laramie. Y la tercera, al mando de Connor, partiendo de Fort
Laramie y Fort Mitchell, sería la fuerza principal, con 558 hombres veteranos
de caballería y 179 exploradores indios. Contaría además cada fuerza, por
propia decisión del general, con un buen destacamento de artillería a caballo;
decisión que salvaría la cabellera de la mayor parte de sus hombres.
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La Campaña de Connor. Fuente: "Atlas of the sioux wars". Combat Studies Institute Press |
A Connor no le fue mal del todo,
estableció su fuerte a finales de Agosto (Fort Connor…¡toma humildad!) y
comenzó sus operaciones. En su zona encontró un gran campamento Arapahoe,
mandado por Oso Negro, cerca de
Tongue River. En un ataque bien planeado, destrozó la retaguardia india, y
logró, pese a la huida de la mayoría del poblado, matar a casi todos los
caballos indios. Los dejó así sin apenas capacidad ofensiva. La victoria fue
aún mayor, cuando a principios de septiembre, empezaron de forma temprana, las
primeras tormentas de nieve en el territorio. Así que se lanzó a enlazar con
Cole y Walter, a fin de formar una columna más compacta.
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Jefe Arapaohoe Cara de pólvora. Foto tomada en 1876. |
A Cole y Walter no les iba nada bien.
Aunque habían logrado unirse el 18 de agosto, estaban topándose con todos los
Lakota de la región. Y peor, aún, no hallaban campamento alguno. Y a todo eso,
a principios de septiembre, los peligrosos temporales de nieve de las llanuras.
Sólo la primera noche perdieron 200 mulas y caballos. Y para empeorar el
cuadro, los Cheyennes se unieron a los Lakota.
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Guerreros Cheyenne del afamado show de Búfalo Bill. Aún así, se puede percibir la bravura en sus facciones... |
Lo que siguió fue una triste
retirada, con ataques constantes de los indios, y pérdida de provisiones,
monturas y hombres. Les salvó la artillería…en cada ataque la columna cerraba
en cuadro, con la artillería sacudiendo botes de metralla sin parar, y voleas
constantes de los fusiles de los soldados. El 5 de septiembre, además, y de
forma fortuita se encontraron con un gran poblado Sioux – Cheyenne…y si no
llega a ser por la artillería y sus servidores no lo hubiesen contado. Pero la
evacuación y protección posterior del poblado les dieron un respiro, que les
permitió retirarse a Fort Connor, donde llegaron desechos y exhaustos el 21 de
septiembre. Las fuerzas de Connor, sin haber encontrado a los indios ni haber
podido contactar con ellos, llegaron, también exhaustas, el día 24 de
septiembre. El desastre se había evitado por los pelos…
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Jefe Sioux Lakota. Óleo de Frederic Remington |
La ofensiva era un fracaso, y los
indios se envalentonaron por lo que consideraban una gran victoria. Como
siempre, tendría consecuencias, a todo lo largo de la infame senda Bozeman…
"Conocía perfectamente a los sioux, y sabía, que pese a su bravura, sus competencias en
ResponderEliminarcombate por la noche eran lamentables. Así que lanzó un asalto nocturno".
Me gusta el tema y tengo libros sobre sioux, apaches etc. y, precisamente, me preguntaba
si, en las muchas escaramuzas y pequeños combates que tuvieron los sioux y cheyenes contra
soldados y caravanas no era más efectivo para ellos atacar de noche.
En el caso que nombra ellos fueron los atacados y no entiendo por que se defiende mejor un campamento
indio por el día que por la noche. Supongo que, al amparo de la noche, se puede huir más fácilmente y también
es más difícil atinarles de lejos con un rifle (que era la ventaja de los blancos).
La pregunta que yo me hacía era que por la noche, cuando los soldados o pioneros dormían al raso, en las expediciones
que duraban varios días, en un ataque sorpresa tenían la oportunidad de llegar a la lucha cuerpo a cuerpo y no ser
superados por las armas de fuego.
Por poner un ejemplo, en el último libro que he comprado, "El corazón de todo lo existente", La historia jamás contada de Nube Roja"
se menciona que por fuera del fuerte Phil Kearny acamparon unos cuarenta mineros y estos fueron atacados "al alba" por 100 o 200
guerreros pero fueron fácilmente repelidos por los rifles de los mineros, ¿no podían haber asaltado este campamento de noche?
Como veo que sabe del tema agradecería alguna explicación que pudiera tener al respecto.
Saludos cordiales
José Felipe (jsancru@hotmail.com)